El proyecto residencial y comercial de Ramin Mehdizadeh, en Mahallat, crea una arquitectura contemporánea arraigada en el territorio. Inspirada en las canteras de materiales lapídeos locales, la obra utiliza como revestimiento la piedra recuperada de los restos del tallado. Un proyecto en clave de sostenibilidad y ahorro económico, que ha convencido también a los constructores locales
Según el joven arquitecto Ramin Mehdizadeh, la arquitectura puede ayudar a cambiar las reglas de la economía de una región, superando los prejuicios. Para la realización de un edificio de apartamentos y locales comerciales en el centro de Mahallat, en Irán, han empleado materiales locales recuperados, optando por la sostenibilidad, lo que ha influido en la forma de la obra arquitectónica. El volumen del proyecto, llamado Apartment 1, está, en efecto, completamente revestido de residuos de las canteras locales.
Escribe el mismo Ramin Mehdizadeh que más del 50% de la economía de Mahallat está dedicada tallado de piedra, con más de 200 empresas. Su paisaje se caracteriza por los tonos delicados del Travertino, una piedra apreciada y costosa, cuyo valor no es entendido completamente por la cultura local. El arquitecto subraya que el uso masivo de este material en la construcción no se acompaña de una arquitectura consciente y de una reflexión sobre la expresividad moderna.
Este bloque de viviendas está situado en Mahallat, una pequeña y antigua ciudad emplazada en la región central de Irán, y cuya economía depende en más del cincuenta por ciento del negocio del corte de la piedra. El proceso de transformación de la piedra sigue siendo, sin embargo, extremadamente ineficaz, pues exige el gasto de una cantidad inmensa de energía de origen fósil para extraer y cortar el material en las canteras, con un aprovechamiento muy bajo, pues la mitad del mismo acaba desechándose, además de contaminar el medio ambiente.
Formado por una planta subterránea y cuatro sobre rasante que albergan en total ocho viviendas, el edificio está construido con una fachada en la que se reaprovechan los desechos de corte de las canteras. El carácter estereotómico y masivo conseguido con el material se acentúa mediante ángulos expresivos, enfáticos. Además, las diferentes rugosidades de la piedra hacen vibrar la fachada, y los paños revestidos de madera dan calidez a los huecos.
El paramento pétreo exterior se prolonga en los muros interiores y en los suelos, empleándose en todos ellos la misma piedra reciclada. La continuidad de los planos se consigue gracias a que todas las piezas —al ser producto del mismo proceso de corte pese a presentar texturas y colores muy diversos— tienen dos de sus caras completamente planas, además de contar con el mismo espesor (entre 2 y 4 centímetros), lo cual permite ir formando hiladas al modo de los muros de ladrillo, aunque mucho más estrechas. El resultado son paramentos que, desde lejos, parecen casi uniformes, pese a que desde cerca pueda advertirse la variedad de texturas de las piedras recicladas.
Las hiladas se reciben con mortero de cal y se van armando con llaves metálicas. Tras este revestimiento exterior se dispone una capa de aislamiento térmico de 35 milímetros de espesor, además de una lámina impermeabilizante fijada a un muro de ladrillo de un pie de ancho.