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Sobre un manto de prado ondulado, en Arosio, en Suiza, se sitúa una casa estudio revestida de cobre proyectada por Emanuele Saurwein con Luca Mangione.

Es una casa y también un estudio. Explora silenciosa el paisaje y se deja penetrar por este.

Sus autores son Emanuele Saurwein del estudio LANDS de Lugano con Luca Mangione.

La casa es un paralelepípedo que se ofrece a la naturaleza bien abriendo sus espacios a través de amplias cristaleras, bien filtrando la luz y los colores del entorno exterior a través de sus especial malla de cobre.

Similar en su aspecto exterior a un container, no trata de mimetizarse con el contexto, no quiere confundirse o esconderse. Mas bien, se muestra con su geometría uniforme y con sus colores.

Es a través de estos últimos como establece una relación amable, atenta, inteligente con el paisaje: las tonalidades del cobre recuerdan a los cromatismos de la naturaleza, los humores otoñales, los troncos de los arboles alrededor del prado. Más tarde, en el ocaso, los resplandores rojizos del sol se encuentran con los colores pardos de la casa, describiendo un escenario sugestivo, poético.

Cuentan los proyectistas: “Un prado. Una onda primaveral. Un bosque. Las montañas.

El cobre como materia de trabajo. Impalpable, dúctil y maleable. Un código ritmado como diseño de la envoltura de un contenedor de emociones. Un lingote de materia desde el exterior, mientras que desde el interior se asiste a sorpresas de luz y de escorzos sobre el paisaje, hecho de transparencias y presencias no previsibles».

A trechos, la malla de cobre se abre y deja disponibles a la vista escorzos del interior de la casa. «Espacios que se abren y se cierran al ritmo de las estaciones», escriben los autores del proyecto.

La apertura mas intrigante es la del ángulo, en la planta baja: aquí la planta superior sobresale sugiriendo una atmósfera suspendida, pero sin embargo en equilibrio.

El pequeño edificio es la terminación de los espacios de la vivienda de otra pequeña casa de madera en las proximidades. El conjunto de las dos arquitecturas dibuja un espacio exterior, en el que han sido plantados abedules, que se ha dejado en su estado natural de prado de pasto.

En su interior la casa se reparte en dos plantas: en la planta baja se articula la zona de día, en la primera la zona de noche.

Nitidez y sobriedad caracterizan los espacios internos, cándidos, blancos, luminosos.

Por la noche, la caja vehicula un juego de llenos y vacios en función de las zonas descubierta por la piel de cobre: la casa asume los contornos de un paralelepípedo mágico que se abre en algunas partes de sus caras, nos habla de si misma mediante la luz, mientras en que otras partes se ampara y permanece en la oscuridad, introvertido y en este punto mimetizado.

La vivienda ha sido recientemente señalada con el “Premio di Architettura Insubrica Claudio Baracca 2008”, convocado por el Colegio de Arquitectos de Varese.

El jurado ha apreciado la atenta relación con el paisaje, la capacidad para integrarse en el contexto valorizando sus aspectos.

Lo ha definido como «un bloque materico hecho de transparencias que inesperadamente se abre al exterior con sorpresas de luz y miradas.”