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Ubicada en la región de Chianti, Italia, se encuentra la original bodega diseñada para la empresa de vino Marchesi Antinori. Una apuesta a la arquitectura del paisaje que demuestra una vez más la importancia de proyectar mirando el entorno.

La Toscana italiana es una zona mundialmente conocida por su vinculación al cultivo de la vid. A lo largo de los años ha adquirido gran popularidad y,  por tal motivo, es común ver imponentes infraestructuras que reciben tanto a productores como a  visitantes. En este caso, el anhelo del comitente, una familia dedicada a este negocio por 26 generaciones,  era lograr un edificio que combinara la innovación tecnológica con el respeto a las tradiciones. El estudio Archea Associati, acercó la revolucionaria idea de concebir la obra no como un bloque exento, sino como parte del paisaje, poniendo el foco en la fusión del trabajo del hombre con su entorno y logrando así una coexistencia única.

El eje de diseño revela una composición magnifica entre el destino del edificio y sus posibilidades de recorrido. Los usos ligados a la producción de vino se ubican de forma vertical, de arriba hacia abajo, acompañando la caída natural del fruto. El proceso comienza con el gesto más destacado que es la cubierta horizontal, la cual se extiende a lo largo del terreno y toma la pendiente natural. Sobre la misma se emplazan hileras de viñas que enmascaran toda la obra. La «placa verde» contiene solo dos cortes que permiten el ingreso de luz y ventilación a los ambientes y, a su vez, dejan entrever discretamente el programa interior, que únicamente es revelado en su totalidad una vez adentro.

Tres niveles engloban el proyecto. Los espacios destinados a la maduración del vino se encuentran resguardados en el último nivel y, por encima, se ubican aquellos destinados a los posibles visitantes. Las uvas descienden directamente a los tanques de fermentación, mientras que los invitados ascienden desde los estacionamientos hacia las zonas de producción y presentación, en un tránsito cruzado perfectamente compaginado. La gran escalera caracol entrelaza los niveles y se convierte también en protagonista, dejando en evidencia los logros de la arquitectura actual.

El complejo contiene no solo lo inherente a una bodega, sino que además se ha proyectado un auditorio, un museo, una biblioteca y un restaurante. Todos estos anexos se han llevado a cabo con el propósito de acompañar el crecimiento turístico que ha tenido la zona a lo largo de los años. Asimismo, incluye áreas administrativas que se ubican en la parte superior, gozando de visuales únicas, y que se caracterizan por una sucesión de patios que reciben la luz a través de orificios circulares dispersos en el viñedo. Este sistema también se utiliza para la casa de huéspedes y la casa del cuidador que se encuentra en uno de los lados.

El uso de los materiales evoca la tradición, que es uno de los partidos del proyecto. Detallando una paleta en colores tierra, se combina ladrillos, acero, hormigón, madera y  vidrio en perfecta armonía. El propósito de esta obra es destacar la belleza de la región, logrando limites difusos entre el paisaje y la arquitectura.

>FICHA TÉCNICA

Arquitectos: Archea Associati
Ubicación: Bargino, San Casciano in Val di Pesa, Firenze, Italia
Equipo De Proyecto: Laura Andreini, Marco Casamonti, Silvia Fabi, Giovanni Polazzi
Año: 2012
Sup. cubierta: 41.165 m2
Ingeniería: HYDEA
Estructura: AEI Proyectos
Constructor: Inso
Cliente: Marchesi Antinori SRL
Presupuesto: € 110,000,000

> Archea Associati
Archea significa «Association for Research, Communication, Habitat, Engineering and Architecture» y las siglas involucran la idea de trabajo en equipo,  investigación y divulgación que persigue este estudio de origen italiano.

Compuesto por los arquitectos Marco Casamonti, Laura Andreini, Giovanni Polazzi y Silvia Fabi fue fundado en el año 1988 y sus trabajos abarcan todo tipo de problemáticas, incluyendo paisajismo, urbanismo y el desarrollo tanto estético como funcional de los edificios.

La particularidad es que realizan propuestas únicas, que competen a cada pedido específico y significan una apuesta nueva en cada caso.

Marco Casamonti ha declarado en alguna oportunidad que “la filosofía del estudio recae en la idea de la inexistencia de una arquitectura internacional, de carácter dogmático. Para hacer un proyecto es fundamental sumergirse en la cultura del lugar, entenderla, fundirse con su gente para poder luego proyectar”. Esta práctica da como resultado obras que se gestan dentro de una comunidad  o entorno irrepetible.