Creo que la mejor forma de comenzar esta publicación es citando unos párrafos del artículo que escribió el Arq. Marcelo Magadán para el diario Página/12:
“La quinta Anchorena de La Lucila fue en sus comienzos un calmo bosque de olivos, que sirvió como emplazamiento militar por las Invasiones Inglesas. Finalmente se transformó en plácido lugar de veraneo.
A comienzos del siglo XX se iniciaron grandes loteos y remates de tierras. Las primeras construcciones se realizaron en el área que actualmente está entre las vías del ferrocarril Mitre y Libertador. Se construyeron grandes residencias de familias de la aristocracia porteña, que habían elegido la zona para pasar temporadas de descanso cerca de la ciudad. Una de las primeras y sin duda la más importante fue La Lucila, lujosa mansión inaugurada en 1915.
Construida por Juan Esteban de Anchorena, se llamó inicialmente Quinta de los Olivos y se intentó donarla para residencia presidencial. El regalo fue rechazado por encontrarse la mansión fuera de los límites de la Capital Federal. La quinta, entonces, fue regalada a la hija de Anchorena, Lucila Marcelina, casada con el militar Alfredo de Urquiza. Se la bautizó La Lucila en honor a su moradora.”
Fuente: www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-172-2003-01-04.html
Vale aclarar que dentro del mismo terreno existían dos residencias: la de Esteban Anchorena construida en el siglo XIX y que sobrevivió hasta el año 2003 cuando fue demolida ilegalmente (mas información en: http://www.todoarquitectura.com/v2/noticias/one_news.asp?IDNews=1474), y la segunda, sobre la cual tratará este artículo, levantada por Alfredo Urquiza y su esposa Lucila Anchorena en 1915 y demolida en la década de 1940. Señalo esto ya que cuando se habla de la demolición de la “Quinta la Lucila” en el año 2003, muchos piensan que se hace referencia al edificio de 1915 cuando el que se demolió fue el del siglo XIX.
La residencia Urquiza Anchorena fue diseñada por los arquitectos franceses Paul E. Pater y P. Bertrand , autor el primero del palacio Ortiz Basualdo en Buenos Aires (actual embajada de Francia).
A continuación les haré una visita guiada por las fachadas, los interiores y el parque de esta magnífica mansión.
Con sus muros recubiertos de símil-piedra París y decorado al estilo Luis XVI, era el ingreso principal a la residencia y el espacio en el cual confluían la mayoría de los salones de recepción de la planta noble. En la fotografía ubicada debajo podemos observar los bustos de mármol del rey Luis XVI (sector izquierdo) y su esposa la reina María Antonieta (sector derecho) ubicados delante de las dos columnas al final de la escalera de mármol alfombrada en terciopelo azul. Flanqueaban la escalinata dos fuentes gemelas de mármol y bronce cubiertas por el follaje de plantas de invernadero (una de ellas se puede ver en el extremo izquierdo de la fotografía inferior):
Otra vista del Hall. En el centro se distingue el retrato ecuestre del General Urquiza pintado por el artista francés Gabriel Farrier que poseía al pie la leyenda “Ni vencedores ni vencidos”:
Inspirado en el estilo Luis XVI, los muros estaban cubiertos de boiseries talladas y doradas a la hoja. Tenía mobiliario de petit – point y porcelanas chinas. Dentro de la vitrina principal se exhibía una colección de abanicos antiguos:
Plano (bosquejo) de la planta noble con el Salón de Estar señalado en amarillo y una flecha roja indica el sentido en el que fue tomada la fotografía anterior:
Curiosamente, el jarrón que se observa sobre la chimenea en la fotografía del Salón de Estar (se trata en verdad de un sahumador) es idéntico al que se encuentra en el Salón Sur de la Casa Rosada, realizado por la Maison Forest de París en porcelana al estilo Imari y apliques de bronce, lo que nos indica quizás que esta firma, la misma que decoró el Palacio Anchorena y amuebló el Teatro Colón de Buenos Aires, pudo haber estado a cargo de la ornamentación de los salones de la mansión.
Fotografía del sahumador de La Lucila a la izquierda y el de la Casa Rosada hacia la derecha:
Era un ambiente de grandes proporciones cuyo extremo, orientado hacia el este, avanzaba sobre la terraza a la cual daban cinco grandes ventanales. El salón era iluminado por la noche a través de cuatro grandes arañas de cristal tallado:
Imagen tomada del sitio: arquitectos-franceses-argentina.blogspot.com
Plano (bosquejo) de la planta noble con el Salón de Baile señalado en amarillo y una flecha roja indica el sentido en el que fue tomada la fotografía anterior:
Fotografía en primer plano de las columnas y los espejos del mismo salón, y al fondo se distingue la sala de estar con la que se comunicaba a través de un gran arco:
Plano (bosquejo) de la planta noble con el Salón de Baile señalado en amarillo y una flecha roja indica el sentido en el que fue tomada la fotografía anterior:
Con sus muros cubiertos de treillage francés, se exhibía en su interior un clavicordio decorado con Vernis Martin que se llega a distinguir en el extremo derecho de la fotografía inferior:
Plano (bosquejo) de la planta noble con el Jardín de Invierno señalado en amarillo y una flecha roja indica el sentido en el que fue tomada la fotografía anterior:
Sus muros se encontraban tapizados de terciopelo anaranjado con aplicaciones azules, y en los aparadores se exhibía una magnífica vajilla de plata, marfiles y piezas de cristal de Venecia:
Debido a que la mansión se situaba sobre una barranca el parque se diseñó con terrazas que descendían a través de elegantes escalinatas hasta
la ribera del río:
Otra imagen de la quinta y sus jardines. Agradezco a Sebastián Granara por ceder la fotografía:
El diseño del jardín era netamente francés, y en la fotografía inferior podemos observar la alta torre que funcionaba como mirador:
Otra fotografía de la mansión, el parque, el mirador y debajo de este se observa parte de la residencia de Juan Esteban de Anchorena:
Como mencioné al comienzo de este artículo, la mansión se demolió a mediados de la década de 1940 y el terreno fue loteado. El mirador, la casa del siglo XIX (demolida en el año 2003), las cocheras, algunas escalinatas y árboles rastreros del jardín fueron los únicos sectores que sobrevivieron.
Fuente: Mirada Atenta