La bioconstrucción nació en Alemania en 1976, cuando se fundó el Instituto Alemán de Bioconstrucción (IBN), que apuntó nuevas soluciones ante las enfermedades que padecían las viviendas de la época, especialmente, por la contaminación química producida por los materiales sintéticos empleados.

Esta manera de hacer arquitectura concibe la casa como un ecosistema dinámico, armónico y en equilibrio con sus habitantes, la naturaleza y el entorno, algo que antiguamente y en otras culturas era el enfoque natural y lógico.

Los materiales utilizados para la bioconstrucción deben ser de origen sostenible, que no utilice energías fósiles, que no sea tóxico, entre otros.

La bioconstrucción existió siempre, tal vez no con ese nombre, pero generaciones anteriores construían con materiales que estuvieran a mano. Lo que se debe hacer es recuperar esas prácticas, cambiando la mentalidad y abogando a la eficiencia energética y al cuidado del medio ambiente.

Fuente: La Gran Época