Cuando el terremoto que atravesó las entrañas de la ciudad de México en 1985 sembró todo aquello de destrucción y espanto, varias zonas de la capital del país fueron abandonadas por ciudadanos escarmentados. Es lo que sucedió con este rincón del centro histórico con una ubicación privilegiada: a una cuadra del Eje Central Lázaro Cárdenas y a la espalda del Museo Nacional de Arte. Por eso, el estudio del arquitecto Gerardo Boué ideó un audaz proyecto de revitalización que coincidió con la voluntad de las autoridades por recuperar un barrio tan atractivo.
La idea era transformar un edificio de oficinas en la calle de Donceles y Héroes del 57, en el centro histórico. Ya desde 2014, autoridades capitalinas a través de la Autoridad del Espacio Público y el Fideicomiso del Centro Histórico habían desarrollado una serie de acciones para revitalizar las calles que conforman esa esquina.
De este modo, primero se anunció que el Callejón Héroes del 57 se reordenaría, se convertiría en una calle compartida, que sus banquetas serían remozadas además de iluminadas, liberadas de quienes las tomaban como estacionamiento por la noche y las fachadas de varios edificios existentes serían intervenidas. Así, el entorno estaba listo merchant financing programs.
El estudio Boué, entonces, elaboró un proyecto de viviendas que adaptaba la construcción para diseñar allí 18 departamentos —con superficies que oscilan entre 40 y 95 m2— además de cinco locales comerciales en la planta baja: “Era una nueva vida para un edificio ecléctico con pocas ornamentaciones y un característico acceso construido bajo los cánones estereotípicos de los órdenes clásicos”, apunta el arquitecto.
El diseño trazó un lobby sobrio con acentos de madera y herrería que reciben a los habitantes de este edificio para conducirlos al sistema de circulaciones verticales (ascensores o escalera de servicio). “En el interior de cada piso se reacondicionó cada uno de los espacios para generar amplios corredores, dominados por un patio interno que funciona como punto de reunión y área de descanso donde un tapete de tabiques de barro rojo acentúan este lugar a la sombra de un árbol”, describen los proyectistas.
El diseño realizado permite que además de departamentos en un solo nivel se incorporen departamentos a doble altura capitalizando el sistema constructivo realizado a base de losa cero permitiendo que las circulaciones se den de forma interna en diversos sistemas: escaleras de caracol, rampa lineal, con descanso, entre otros.
Con respecto al interiorismo, cada departamento hace uso de una paleta de materiales muy específica y en colores neutros “para propiciar amplitud visual, vinculada a una arquitectura limpia con nulos recursos escenografías que permite apreciar las bondades de la construcción original, al tiempo que presenta una intervención respetuosa con la prexistencia”, señalan.
Coronando el proyecto, un roofgarden ha sido habilitado como área común para todos los huéspedes. Esta terraza verde con vistas hacia edificios históricos, está dispuesta en dos niveles producto de la arquitectura original. “Sin embargo, se ha buscado que cada sector adquiera una personalidad más íntima o más pública sin que se disgregue todo este espacio abierto”, dicen.
Por último, la imagen nocturna y la forma en que el edificio debe lucir en la calle también fue tema de estudio. “La iluminación juega un papel prioritario no solo para el edificio sino para su condición de esquina, desde la cual es posible observar cómo la construcción ha sido puesto en valor y está siendo habitado a través de sus balcones, las ventanas y los elementos estructurales que, destacando iluminan la calle, trasmitiendo seguridad al transitar en ella y convirtiendo un edificio discreto en un referente para las calles de esta zona de la ciudad”, concluyen.