¿Qué tan necesarias son para el hombre las estrellas? Luz vs oscuridad. ¿Cuáles son las consecuencias de las condiciones urbanas actuales? ¿Qué aspectos de la naturaleza y de la vida cotidiana resultan afectados por la contaminación lumínica y la desaparición del cielo nocturno?
The City Dark es un documental que aborda el tema de la contaminación lumínica y la desaparición de los cielos nocturnos. Su premier fue durante la edición 2011 del South by Southwest Film Festival,en Austin, TX. A continuación te damos una breve reseña de lo que el cineasta Ian Cheney logra a partir de una simple pregunta: ¿necesitamos las estrellas?
Después de mudarse a la ciudad de Nueva York, el cineasta Ian Cheney se hizo una pregunta simple, ¿Qué tan necesarias son para el hombre las estrellas? Después de una infancia en una población de cuatro mil habitantes (Waldboro), donde en una noche sin nubes resulta difícil no perderse en la contemplación de las estrellas, el contraste con la “Gran Manzana” lleva al autor a redimensionar la importancia de la luz natural de la noche. Las lámparas estaban en todas partes, en cada rincón de la calle, algo que por lo regular a muchos asombra, pero que en Ian despertaba una sensación de profunda pérdida.
Pero no en la simple ausencia, en una defensa poética de los que encuentran en la noche su ámbito (románticos y noctámbulos), sino que su interés lo lleva a investigar seriamente las consecuencias de esta condición urbana, a realizar un recorrido por el mundo, guiado a través de la sorprendente lista de aspectos de la naturaleza y de la vida cotidiana que resultan afectados por la contaminación lumínica y la desaparición del cielo nocturno.
Desde 1897 cuando se encendió la primera lámpara y su uso comenzó a desplegarse por todo el planeta, hasta hace un corto tiempo, pocos habían advertido los inconvenientes de alterar la relación del hombre con la noche, acaso algunos astrónomos que por la naturaleza de su profesión son los primeros afectados por este fenómeno. Pero no sólo son los astrónomos, la lista continúa y abarca ámbitos en los que difícilmente habríamos pensado que la luz artificial fuera negativa.
Por medio de entrevistas a profesionales de diversas áreas en varios continentes, podemos entender lo que representa la iluminación urbana para los ecologistas, investigadores del cáncer, astrofísicos, filósofos y diseñadores. Irve Robbins, astrónomo originario de Brooklyn, habla de un tiempo remoto cuando las constelaciones podían estudiarse desde todo Nueva York y de las pocas veces que en los últimos años ha logrado ver la Vía Láctea: durante los clásicos apagones de la Gran Manzana.
Larry Birnbaum, propietario de un almacén de equipos de iluminación, muestra una colección de bulbos antiguos, que como pieza principal ostenta una lámpara Edison original que todavía funciona. Nos explica que a través de las generaciones las luminarias han incrementado exponencialmente su luminosidad, dice que las de ahora son miles de veces más potentes que antes, incluso mucho más de lo necesario.
Vemos ejemplos como el de un grupo de Boy Scouts que necesita alejarse cientos de kilómetros de la ciudad para apreciar la galaxia, en medio de un bosque, del cual resulta fácil salir siguiendo el destello rosado que dibujan las luces sobre el horizonte, inutilizando así los conocimientos empíricos sobre la orientación. Desde luego, lo más grave no es un montón de niños exploradores desilusionados, más grave resulta que miles de tortugas marinas mueran al año en las costas de Florida porque, en su camino al océano, confunden el horizonte estrellado con la costa de la playa bordeada de hoteles, y equivocan el camino. Algo parecido pasa con millones de aves, en temporada de migración, cuando se estampan contra los edificios de las grandes ciudades, cuyas luces confunden con la estrellas, su guía natural.
Aunque, sin duda, la peor de las consecuencias se deja ver en la teoría de Richard Stevens, que supone un vínculo entre la exposición a la luz eléctrica durante la noche, con el aumento del riesgo de las mujeres de padecer cáncer de pecho. Su investigación revela que las mujeres que trabajan por la noche, tienen casi dos veces más posibilidades de desarrollar la enfermedad que las que trabajan de día.
Nadie puede dudar que la luz revolucionó y sigue revolucionando la vida del ser humano, que calma sus miedos más profundos y ahuyenta a los ladrones, pero ¿es que no habrá un punto en que tengamos demasiada luz? Como reflexión, el astrofísico Neil de Grasse Tyson dice: “Cuando miras al cielo, te das cuenta de lo pequeños que somos dentro del cosmos. Es como resetear tu ego. Negarte a ti mismo…”. Por lo que no mirar las estrellas implicaría perder de vista nuestra esencia, nuestra condición, envaneciéndonos. Se trata de reconsiderar la lucha de una luz, que no es precisamente buena, contra una oscuridad, que no es necesariamente mala; un tema controvertido que despertará polémica e incluso dudas entre los interesados en la iluminación.
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