Para proyectar un techo de madera se deben tener en cuenta varios aspectos: elementos que lo componen, tratamientos adecuados y costos. ¿Cuáles son los beneficios y perjuicios de un material que se adapta cada vez más, tecnológica y económicamente, a las demandas de los usuarios?
Un techo de madera permite la construcción en seco. Esto significa que se requiere menor cantidad de tiempo para llevarlo a cabo. A su vez, es un material más liviano, lo cual permite mayor seguridad en espacios que se construyen como ampliación de viviendas existentes. A diferencia de otros tipos de cubierta, la madera ofrece una calidez espacial difícil de comparar.
Para integrarse armoniosamente a la vivienda, los techos de madera deben proyectarse desde el inicio, junto con la planta. A partir de allí, es fundamental decidir el tipo de madera a utilizar y asegurarse de que tenga un adecuado tratamiento, que evite la humedad excesiva, que podría atacarlas y deteriorarlas.
Las maderas blandas, como pinos o araucarias, se deben secar en hornos, un tratamiento que no puede faltar; y las duras, como el incienso o anchico, deben tener un estacionamiento y no deben exceder el 20 por ciento de humedad.
Una buena opción son las maderas compensadas: se entregan secadas, naturalmente o en hornos, y se construyen en largos de hasta 12 metros. Las vigas compensadas se construyen en madera de pino elliotti, araucaria y eucalipto grandis, entre otras.
Parte por parte. El soporte estructural puede ser a través de las cabriadas, que pueden ser simples o compuestas, y deben estar dimensionadas según tamaño y peso del techo. Se apoyan a las mamposterías, previo encadenado de hormigón armado. En sentido horizontal, se perforan las cabriadas y los cabios, y se colocan barras de acero para unir toda la estructura. Las aislaciones merecen una atención muy especial, ya que tanto la hidrófuga primero, como la térmica después, tendrán continuidad en toda la cubierta, junto con los solapes, ubicados perpendicularmente a la línea de pendiente.
Se debe utilizar un listón distanciador que apoyará sobre las aislaciones para evitar los puentes térmicos. Los encuentros se deben controlar especialmente porque pueden tener vicios ocultos.
Para las uniones de encastre de columnas, cabios o cabriadas, se recomienda utilizar herrajes de soporte fabricados para cada situación en particular, ya que los estandarizados, pueden no resistir el peso a soportar.
En cuanto al acabado, es fundamental que los tratamientos sobre la madera no tapen los poros, para que permitan su respiración.
Entre los productos más recomendados se encuentran los impregnantes, que protegen a la madera del ataque de microorganismos y mantienen su aspecto natural, evitando a su vez la grasitud superficial.
El techo: Cómo se compone
– La estructura debe ser resistente y puede ser de madera maciza o compensada.
– En el cielo raso, generalmente se usan machimbres de primera calidad, de pino, paraíso, eucalipto… Se pueden usar placas prefabricadas.
– Los listones se apoyan sobre el machimbrado y cumplen la función de sostener la aislación hidrófuga. Se realiza con maderas de pino secado, impregnado o eucalipto. Con escuadrías de 1” por 2” pulgadas.
– El “distanciador” se coloca sobre el listón trapezoidal para formar la cámara de aire y lograr que toda la cubierta ventile. Las medidas son de 1” por 2” pulgadas.
– La teja se coloca perpendicularmente a los otros listones y sus dimensiones dependen de la separación de los cabios.
– Aislación hidrófuga: Lo más adecuado es el polietileno de alta densidad no tejido, que permite el paso de aire.
– Aislación térmica: La lana de vidrio sin papel kraft es la mejor opción, siendo otra alternativa la espuma de poliuretano y el poliestireno de alta densidad. Las desventajas de estos productos se basan en que no permiten respirar la cubierta, produciendo condensación intersticial.
– Cubiertas: deben tener un aislante hídrico, que suelen ser tejas cerámicas, cementicias, asfálticas; cubiertas metálicas, etcétera.
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