Lo que hasta hace poco se consideraba símbolo de pobreza, hoy es sinónimo de sustentabilidad. La construcción natural, básicamente, promueve la idea de que el hombre vuelva a ser el arquitecto de su propio hogar, de construir el hogar con materiales que se encuentran disponibles en el entorno. De esta manera, un grupo de personas sin conocimientos sobre construcción sostenible pero con una sola persona especializada en el tema, puede llevar adelante una obra.

Construcción natural: ¿De qué estamos hablando exactamente? De construir el hogar con materiales que se encuentran disponibles en el entorno.  Pero, ¿cuáles, de todos los materiales que nos brinda la naturaleza, son aptos a tal fin? Belanko(*) explica que “no hay materiales homologados, porque ninguna tierra es igual a otra, hay fibras más o menos resistentes, arenas de diferentes granulaciones y demás. Entonces, al comenzar una obra, se hacen pruebas con lo disponible, es decir, se realiza un relevamiento de los materiales de la zona”.

Lo que hasta hace poco se consideraba símbolo de pobreza, hoy es sinónimo de sustentabilidad: casas de barro, paja encofrada, adobe, madera y sus diferentes combinaciones son el resultado de esta nueva -o más bien ancestral- forma de construir. Sus beneficios no residen únicamente en lo que implica el desuso de productos modernos o sintéticos, los cuales significan un gasto energético y un aumento de la polución. Las casas hechas a base de estos materiales equilibran la humedad porque absorben y devuelven la humedad del ambiente, conservan mejor el calor en invierno (por ende, se utiliza menos calefacción) y mantienen los espacios frescos en verano. Convoca a la autoconstrucción, ya que es de fácil moldeado y permite que toda la familia participe. Tampoco hay riesgo de incendio, ni escombros durante su construcción y, como si fuera poco, sus habitantes sufren menos reuma y problemas bronquiales que aquellos que viven en casas tradicionales. “Los materiales naturales tienen una relación directa con el ser humano. No siempre existieron los materiales industrializados y, hasta entonces, el hombre construía con lo que había alrededor”.  Actualmente, más de la tercera parte del planeta vive en construcciones hechas con materiales naturales. Incluso hay edificaciones hechas hace muchos años y que llegan hasta los 9 ó 10 pisos de altura tales como las Torres de Yemen, o “La Gran Mezquita” de Djenne en Malí, la estructura de barro más grande que se ha construido jamás en el mundo, y que data del año 1906.

La construcción natural, básicamente, promueve la idea de que el hombre vuelva a ser el arquitecto de su propio hogar. De esta manera, un grupo de personas sin conocimientos sobre construcción sostenible pero con una sola persona especializada en el tema, puede llevar adelante una obra.

“Imaginate que yo trabajé durante años, siendo albañil, con las manos llenas de rasgaduras. Agarrar el barro es diferente. Uno puede sentir la tierra y moldear el material. Para mí, una casa tiene que estar hecha de tal manera que de ganas de acariciarla, y la construcción natural invita a eso”, explica Belanko con la parcimonia característica de un hombre satisfecho que ha logrado hacer un aporte a su comunidad. “Me preocupa que la gente, a veces por desconocimiento, esté viviendo debajo de una lata”.

 (*) Jorge Belanko es un Constructor Natural, se inició en el oficio de la construcción a los 12 años, acompañando a su padre. Hace varios años comenzó a investigar y experimentar con materiales y técnicas naturales. Es titular del curso anual en construcción natural del CEA Nº 3 de El Bolsón.

También es docente y capacitador: realiza desde el año 1993 talleres de construcción natural y tecnologías apropiadas por latinoamérica.

Hoy su meta es desparramar la semilla de la construcción natural, formando nuevos valores y que algún día sea posible que este conocimiento esté materializado en la masa crítica del saber colectivo.