El 19 de marzo se celebra el día de San José Obrero, patrón de los carpinteros, ingenieros y trabajadores en general.
La Iglesia Católica señala que es una jornada en la que se evoca al padre de Jesús de Nazareth, carpintero de profesión y por eso es que también en la fecha ese tradicional gremio festeja su Día.
El oficio de carpintero realmente es uno de los oficios más antiguos.
En la ciudad de Misiones la carpintería reconoce una larga y rica historia, forjada por los conocimientos traídos desde diversos países por auténticos maestros ebanistas, que tuvieron aprendices a quienes transmitieron sus conocimientos haciendo de ellos a su vez consumados carpinteros.
Rosato, Silvestrelli, Russo, Mardoni, Marcuzzi, Porcielo, Sechin, Uglioni, Mosimo, García y Comoglio, son algunos de los apellidos que integraron la principal ola inmigratoria de los más calificados ebanistas que al promediar el siglo pasado se radicaron en La Plata, en donde trabajaron e hicieron escuela, en algunos casos con establecimientos de carpinteros y muebleros que perduran en la actualidad.
Claro que en aquellos tiempos en el oficio se trabajaba con maderas especiales que hoy es muy difícil conseguir, como el petiribí, el viraró, el cedro paraguayo, el rauli y el guatambú, entre otros. Estos materiales posibilitaban confeccionar muebles de una calidad singular y, al mismo tiempo, al alcance de todos.
Hoy en día se trabaja, según reconocen los carpinteros, más que nada con placas ya enchapadas, aglomerados y hasta plásticos.
Pero lo que en la carpintería no ha cambiado y sigue dando la nota distintiva, la que hace la diferencia, es el costado artístico del oficio: el diseño, la concepción misma del mueble desde la funcionalidad a la elegancia de la línea exterior.
No obstante, en la preocupación de los carpinteros hay una luz roja encendida desde hace mucho y que con el tiempo va cobrando intensidad; se trata, según se reconoció desde el gremio, de la falta de aprendices, una carencia que también se registra en otros oficios antiguos y artesanales.
En los recuerdos de no pocos carpinteros platenses están muy vívidos los recuerdos de cuando muchos chicos que terminaban la escuela primaria, por aquello de trabajar o estudiar, iban a sus talleres pidiendo aprender el oficio y sin demandar ninguna otra retribución que no fuera la de iniciarse efectivamente en la carpintería.
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