Solucionar los problemas cercanos y trabajar por la vivienda social, partiendo por la vía de escasez es como define este arquitecto chileno si visión de la arquitectura.
Alejandro Aravena (1967), arquitecto de la Universidad Católica de Chile, estableció Alejandro Aravena Arquitectos en 1994. Fue visiting profesor en GSD Harvard (2000-2005) y actualmente es profesor de la Catedra Elemental-Copec de la Universidad Católica. Es miembro del Jurado Pritzker y ha sido nombrado International Fellow por el Royal Institute of British Architects (RIBA).
Sus Obras incluyen edificios Educacionales, Institucionales, Museos, edificios Corporativos y Públicos, Vivienda multifamiliar, Casas privadas, y su reciente producto para Vitra, la Chairless.
Ha recibido Premios como el León de Plata en la XI edición de la Bienal de Venecia, el Marcus Prize 2010, el Premio Avonni por el innovador del año y la Medalla Erich Schelling (Alemania) 2006 entre otros.
Sus Libros incluyen Los Hechos de la Arquitectura, El lugar de la Arquitectura y Material de Arquitectura; en 2010 se publicará la monografía Elemental por Actar.
Desde el 2006 es Director Ejecutivo de ELEMENTAL S.A. una organización con fines de lucro con intereses sociales que trabaja en proyectos de infraestructura, transporte, espacio público y vivienda asociado con la Universidad Católica de Chile y la Empresa Petrolera COPEC.
Cuando estudiaba arquitectura, su país era una dictadura a la que llegaba poca información. Entre ese poco, conoció la obra del arquitecto portugués Eduardo Souto de Moura, a quien, varias décadas después, un jurado del que Aravena formaba parte le concedió el último Premio Pritzker. Tras firmar numerosas facultades en la Universidad Católica de Chile y dos edificios en la de Austin (EE UU), Aravena se empeñó en relanzar las viviendas “incrementales”, las que crecen con las necesidades y posibilidades de sus dueños, y con su estudio, Elemental, colaboró en la reconstrucción de Constitución, la ciudad asolada por el terremoto de 2010. Su capacidad para trabajar desde la escasez lo ha convertido en uno de los arquitectos del momento.
Soy idealista, pero también muy pragmático. ¿Cómo se puede vivir así? Bajas tus necesidades al máximo. No se necesita demasiado para vivir. Lo que necesitas para estar contento es más bien poco, pero tienes que estar satisfecho con lo que haces. Eso te da libertad para aceptar los trabajos que son realmente pasos en una carrera profesional hacia cosas que tengan sentido. El asunto es mirar atrás con 60 años y no tener que decir: “Si lo hubiera hecho de otra manera…”.[1]
[…] mi preocupación como arquitecto ha sido siempre la misma: la vida diaria de las personas que lo tienen difícil. No superdifícil, no es el niño con la monja en África; se trata de poder solucionar asuntos cercanos.
Me interesaría solucionar los problemas que pudieran interesarle a cualquier ciudadano, sea su casa, un barrio o problemas de segregación y violencia. Yo estudié una disciplina que me entrega fórmulas para traducir a formas esas cuestiones intangibles que preocupan a cualquiera.
Trabajar desde la escasez
Cómo ha sido criado uno, aflora en lo que haces. “No se bota la comida” es algo que termina instalándose en tu forma de ser como una costumbre. Mi infancia no fue de supervivencia, no era dramático, pero me marcó.
Si tienes algún talento, en vez de usarlo para llegar más lejos, úsalo para llegar más acompañado. Es un desafío extraordinario tener una vida equilibrada y corriente.
Cuando llegué a Harvard pensé: ¿qué puedo aportar? Trabajar desde la escasez era una de las vías. De la escasez a la vivienda social hay un paso. La vivienda social tiene algo, y es que los que se dedican a hacerla, aun sin decírtelo, parece que tengan una especie de carné de superioridad moral. Jamás hemos querido levantar esa bandera que tacha al resto de banal para constituirse en relevante. Uno se va con la sensación de haber gastado energía en algo que merece la pena. Pero no me parece que eso te haga éticamente superior ni a ti ni a tu arquitectura.