La formación arquitectónica impulsa una particular mirada. Cada arquitecto, en el acto mismo de proyectar, delimita ideas, objetivos, instrumentos de proyecto desde una lectura de lo real desde la propia mirada. Las elecciones proyectuales no parten de cero sino del espacio plural de la cultura que conceptualmente las precede. Y es a ese espacio plural al que la acción proyectual transforma, modifica.

La formación arquitectónica impulsa una particular mirada. Cada arquitecto, en el acto mismo de proyectar, delimita ideas, objetivos, instrumentos de proyecto desde una lectura de lo real desde la propia  mirada. Las elecciones proyectuales no parten de cero sino del espacio plural de la cultura que conceptualmente las precede. Y es a ese espacio plural al que la acción proyectual transforma, modifica.

En tanto la arquitectura se inscribe en el campo mayor de la cultura, desafiando los presuntos límites de la “especificidad disciplinar”, podemos incursionar en el “espacio de la cultura” por derecho propio.

La formación arquitectónica impulsa una particular mirada, atenta a percibir  a sujetos protagónicos en todos los campos de la cultura que aluden con frecuencia al espacio físico y su construcción como una experiencia clave para la constitución de la subjetividad.

Cada arquitecto, en el acto mismo de proyectar, delimita (conciente / inconscientemente) ideas, objetivos, instrumentos de proyecto desde (a partir de) una lectura de lo real desde la propia  mirada. Y es en éste sentido que es posible considerar al arquitecto como operador de “un espacio plural” (Rella, F. “Tempo della fine e tempo dell’inizio”) conceptual: el ámbito de la cultura arquitectónica en particular y de la cultura en general. 

Es decir, las elecciones proyectuales no parten de cero sino del espacio plural de la cultura que conceptualmente las precede, de la misma manera y porque el lenguaje preexiste al sujeto. Y es a ese espacio plural al que la acción proyectual transforma, modifica.

La  operación cultural del arquitecto se concibe entonces como una  re-escritura (palimpsesto) que se funda en su interpretación de  lo real (su  tiempo, su  mundo); interpretación que intenta, conciente o inconscientemente, el mantenimiento, transgresión o transformación de alguna “ley” disciplinar tácita o explícita que la precede.

Sólo  cifrando las acciones proyectuales, sólo rescatándolas de su aparente obviedad e inevitabilidad, será posible restituirles el carácter de  operación cultural, concibiendo la acción proyectual como “mutación de lo conocido en  lo desconocido” (Agrest, Gandelsonas, Works).

PROPUESTAS SIGNIFICATIVAS DE EXPERIENCIA DEL ESPACIO.

Gamboa, N.; Gentiletti, A.

“Construir la diferencia. Experiencia del espacio y sujeto construyendo lo posible”

Dir. arq. Chazarreta, B.; Co-Dir. arq. Stábile, M. Cátedra Epistemología de la Arquitectura 

UNR 2010/2011. nidiagamboa15@gmail.com

Trabajo presentado en Arquitectura Investiga 2010. FAPyD-UNR

Fuente:

www.unr.edu.ar