La humedad es una de las patologías (enfermedad) constructivas más frecuentes y puede ser de distintos tipos. Siempre hay soluciones posibles o acciones que permiten mejorar los problemas de humedad.
Tipos existentes: humedad por construcción, suelo, lluvia, accidentes, y por condensación, se producen por fenómenos distintos, por lo que no hay un tratamiento único. Un análisis en cada caso, considerando el clima, la zona, el uso del edificio, los materiales y el diseño, sumados a otros factores, puede dar una solución adecuada al problema.
La prevención es la clave. Si durante el diseño del proyecto y la cimentación del edificio no se toman los debidos cuidados para evitar esta patología, una vez que la estructura ya en uso manifieste síntomas de humedad será casi imposible curarla del todo.
Distintos tipos de humedad y métodos de solución.
1) Humedad de construcción o de obra: es la causada por el agua que se utiliza durante el proceso de edificación. Depende de las condiciones climáticas del lugar de la obra y la estación en la que se construye, el agua puede tardar semanas o meses en secar. Si el secado no es total o se impide la evaporación normal, el agua residual queda retenida en los materiales y más tarde aparece en diferentes patologías, como eflorescencias y descascaramientos.
La obra gruesa, muros, estructura y contrapisos, debe secarse totalmente antes de hacer las terminaciones. El tiempo que se necesita es largo. Los estucados, papeles, plastificados, pinturas y otras terminaciones que son impermeables e impiden que la humedad atrapada pueda salir. Hay que saber cuándo impermeabilizar. El secado se reduce a la mitad por cada diez grados de aumento de temperatura de la obra gruesa.
2) Humedad de suelo o capilar: es la que se produce en terrenos donde hay agua de forma permanente, afectando al primer piso de la edificación. Se debe a que los materiales de la construcción absorben el agua del terreno a través de la cimentación. Asciende por la red de capilares de los paramentos hasta alturas que dependerán del tamaño de los capilares, de su forma y estructura, de la presión atmosférica y del potencial eléctrico del muro frente al agua.
Evitar construir en terrenos bajos o húmedos; realizar drenajes y pozos absorbentes; preparar el terreno protegiendo cimientos con geotextiles impermeabilizados; alejar bajantes de aguas lluvias de los cimientos; no hacer jardines junto a los cimientos; impermeabilizar el mortero que se utiliza para fijar cañerías, con el fin de evitar que suba el agua por capilaridad.
Se usan aditivos con los que se logra una estructura de material impermeable, hormigón o mortero. Los hidrófugos que sellan los poros, hay que asegurarse que durante el proceso de ejecución no quedan fisuras ni oquedades.
Otras soluciones:
La inyección de resinas en la base de las edificaciones puede eliminar el problema del agua y conseguir un bloqueo de las capilaridades. Depende del ancho del muro se colocan cada 20, 25 o 30 cm.
La electro-ósmosis, en el que un dispositivo electrónico invierte la polaridad que existe entre suelo y pared, hace que el agua descienda a través del muro al subsuelo y se eliminen las humedades. Las láminas impermeables (de caucho, butilo o polipropileno), así como las zanjas de drenaje, también pueden ser útiles para tratar esta clase de humedades. Membranas elásticas de PVC. Impermeabilizantes asfálticos. Impregnaciones.
4) Por lluvia: este tipo se manifiesta en las zonas donde llueve con viento, donde el agua cae horizontalmente mojando mucho los muros. Es frecuente que se produzca en los encuentros de muros de sótanos, en juntas constructivas entre distintos elementos, por rotura de cerramientos o acabados, y en lugares de paso de instalaciones.
Prevención: En primer lugar, diseñando pendientes de cubiertas adecuadas a la lluvia. Tener presente los milímetros que caen por hora y no los milímetros que caen por año. Asegurarse de la estanqueidad de perfiles de ventanas y puertas a la lluvia con viento.
5) Por accidentes: Son comunes y producidas por defectos de diseño, malas construcciones o por falta de mantenimiento. Son las filtraciones por mala ejecución del techo, o filtraciones de cañería. Es indispensable retirar aquellos materiales que han perdido cohesión o están disgregados, y rehacerlos nuevamente.
6) Por condensación: Es la más misteriosa de todas y que depende principalmente de la aislación térmica de la envolvente de la estructura. Este fenómeno se debe a las bajas temperaturas, al frío interior que se produce por debajo de la temperatura de rocío (-2ºC), lo que causa que el vapor de agua contenido en el interior se condense en los muros interiores de la envolvente (muros exteriores de fachadas o patios), o eventualmente, en el techo.
Se da en invierno; se ve en cristales y paredes con alto coeficiente de transmisión térmica; y provoca un deterioro en las condiciones de habitabilidad, con proliferación de hongos. Se diagnostica por la aparición intermitente de veladuras y empañamientos en cristales, además de erosiones en el revoque de las partes afectadas.
Esta humedad se divide en dos tipos. La intersticial es la invisible, cuando la condensación se produce dentro del muro. El vapor de agua siempre va desde adentro hacia fuera, desde la parte más caliente a la más fría, por lo que trata de penetrar el muro de adentro hacia fuera, y en algún momento se encontrará con la temperatura de rocío y ahí se produce la condensación.
La superficial, en tanto, se da cuando la temperatura de la superficie interior está suficientemente baja, ocurriendo la condensación ahí. Influye la baja resistencia térmica del elemento envolvente de la vivienda, se da en paredes frías, cielorrasos fríos, puentes térmicos en la envolvente y en malos aislantes.
Por último, mientras mayor es la HR (humedad relativa) interior mayor es el riesgo de condensación. Dentro de este factor, intervienen positivamente algunas variables como el exceso de personas o exceso de actividad física (50 gr. de vapor de agua/h por persona en reposo, en actividad severa más de 120 g/h); el uso de calefacción húmeda como estufas a gas o (1 kg de gas natural produce 2,25 L de agua; 1 kg de gas licuado produce 1,7 L de agua; 1kg de petróleo o derivados produce 1,25 L de agua); falta de extracción de aire de baño y cocina; lavado, secado y planchado al interior de la vivienda; falta de ventilación cruzada; entre otros.
Consejos prácticos para evitar la condensación:
Una eventual barrera de vapor se debe colocar en la cara caliente del elemento.
Los aislantes térmicos deben instalarse en la cara fría del elemento, salvo que posean una elevada resistencia a la difusión del vapor de agua.
Se posibilita la eliminación de vapor de agua hacia el exterior si las capas cercanas a la capa fría son de menos resistencia a la difusión del vapor. Sin embargo, la capa externa debe ser suficientemente impermeable a la lluvia.
Todo elemento o actividad que pueda generar aporte de vapor de agua al ambiente de la vivienda, deberá tener ventilación al exterior. Calefactores de gas, lavado, secado y planchado de ropas, cocina, duchas, etc.
Fuente:
www.arquitecturadecalle.com.ar