La arquitectura neoclásica es un estilo arquitectónico que produjo el movimiento neoclásico que comenzó a mediados del siglo XVIII, por una reacción contra el estilo barroco de ornamentación naturalista así como por el resultado de algunos rasgos clasicistas nacidos en el barroco tardío. Se prolongó durante el siglo XIX, confluyendo a partir de entonces con otras tendencias, como la arquitectura historicista y el eclecticismo arquitectónico. Algunos historiadores denominaron el periodo de la arquitectura neoclásica de la primera mitad del siglo XIX como clasicismo romántico, a pesar del oxímoron (oposición de términos), dado que, además de coincidir en el tiempo con el romanticismo, estilísticamente comparte rasgos con la estética romántica, al añadir cierta expresividad y espíritu exaltado a la sencillez y claridad de las estructuras clásicas grecorromanas. Una época en la que proliferaron las construcciones contribuyeron a mejorar la vida humana como hospitales, bibliotecas, museos, teatros, parques, etc., pensadas con un carácter monumental. Esta nueva orientación hizo que se rechazara la última arquitectura barroca y se volvieran los ojos hacia el pasado a la búsqueda de un modelo arquitectónico de validez universal.
En esta oportunidad recorrimos la Iglesia Matriz o más conocida como Basílica del Santísimo Sacramento, construcción de estilo colonial, ubicada en el casco histórico de la ciudad de Uruguay. La Basílica ha sido declarada patrimonio mundial por la Unesco en 1995, la más antigua del País. Esta sufrió distintas reconstrucciones por destrucciones de orden bélico o desastres naturales. Surgió a partir de un rancho realizado en 1680 realizado en Mampostería y paja.
Recién en 1699, el gobernador Sebastian de Veiga Cabral ordena reconstruirla en piedra y cal.
El gobernador salcedo logra restaurarla con forma de cruz latina estrecha, con 2 torres con el área del presbiterio más estrecha y techo de tejas. Pedro de Cevallos realiza obras de restauración de la misma. A partir de bombardeos en 1777 queda muy devastada.
El arquitecto Tomas Toribio termina de concretar el edificio entre 1808 y 1810 aprovechando las construcciones existentes.
En 1823 cae un rayo sobre que destruye la sacristía, parte de la estructura y el altar mayor. La explosión se origino porque en bajo el edificio se encontraba un polvorín portugués, con municiones que habían sido guardadas desde la época de la dominación Cisplatina.
El Gobernador encarga reconstruirla entre 1835 y 1841 luego de su trágica explosión.
En 1976 se reforman las partes destruidas y se dejan las partes originales a la vista.
Las paredes del altar estaban recubiertas en mármol y al retirarse se descubrieron los antiguos muros a medio metro más atrás.
El cáliz de hierro fundido sobre dorado que pertenecía en la fachada exterior del año 1941, es reubicado en el interior en la pared del altar. La pared lateral se encuentra bien diferenciado el estilo de piedra de los portugueses del estilo ladrillero de los españoles.
La Basilica continua siendo de una sola nave con capillas laterales con muros portugueses de ladrillo y piedra, cubierto con una boveda de cañon.
En 1957 los arquitectos Jose Terra Carve, Antonio Cravotto y Miguel Angel Odriozola recuperaron los azulejos de las cúpulas de los campanarios y la fachada.
Para los interesados en conocer la arquitectura e historia de la Iglesia, actualmente se encuentra abierta al público. A tono con los mandamientos de la modernidad, dos veces al día, por la noche y la mañana, brinda un recorrido “interactivo” de “Luz y Sonido” para vivir una experiencia retrospectiva desde 1680 hasta la actualidad. Un paseo muy peculiar sólo para entendidos.