Las cúpulas son el producto de una época ostentosa de Buenos Aires y son uno de sus rasgos de identidad más fuerte. Un relevamiento oficial ubicó 350 edificios con elegantes remates, típicos de la arquitectura de comienzos del siglo XX. Algunos han desaparecido por falta de mantenimiento y muchos de ellos corren peligro.
Uno de los rasgos de identidad más fuerte de Buenos Aires son sus cúpulas. La mayoría fue emplazada en las esquinas, como una manera de subrayar los ángulos de las manzanas.
Las cúpulas son el producto de una época ostentosa de Buenos Aires "cuando el proyecto político que gobernaba el país quería mostrarse poderoso ante al mundo", explica el arquitecto Néstor Zakim, especialista en Historia Urbana y asesor de la dirección de Patrimonio e Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires.
"La cúpula invita, abre un nuevo espacio de mirada, que es la mirada hacia arriba como observación de la ciudad", comenta Estela Pagani, coordinadora del Área Archivo Histórico de la Dirección General de Patrimonio de la Ciudad.
La ciudad colonial ostentaba el poder de la iglesia a través de las cúpulas que sobresalían de la arquitectura urbana y eran visibles desde el río. Más tarde, la mostración simbólica del poder fue adoptada por el espacio político -la cúpula del Congreso Nacional es una de las más grandes- y por el espacio económico después. "La cúpula del Banco de la Nación Argentina es la más grande de la ciudad y una de las más grandes del mundo, tiene más diámetro que la de San Pedro", afirma Zakim.
La arquitectura del hierro y del ascensor permitió que también adoptaran la cúpula algunas casas particulares. El poderío de la familia Bencich se manifestó en tres grandes cúpulas en la calle Florida.
Finalmente, la cúpula se generalizó en las casas para renta, de unos siete pisos, que luego se transformaron en edificios de propiedad horizontal.
En 2007, el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales comenzó a realizar un inventario de las cúpulas de la ciudad. Se relevaron más de 350, que quedaron protegidas respecto de su demolición, pero no de su abandono.
El poder inmobiliario fue -y sigue siendo a nivel general- el gran causante de la demolición de las cúpulas. Las diversas crisis, empezando por la del 30, provocaron que grandes familias acaudaladas no pudieran mantener los palacetes donde vivían y éstos fueron demolidos o absorbidos por instituciones. Sin embargo, según explica Zakim, "la naciente arquitectura moderna tenía que responder a una nueva tecnología que necesitaba de limpieza de formas y de ornamentación; es muy difícil incorporar cañerías de aire acondicionado en una pared recubierta de ornamentaciones".
Una demolición que quedó en la conciencia de muchos fue la de la cúpula monumental que lucía la Jefatura de Gobierno, en Bolívar 1, con 51 metros de diámetro. Según cuenta Zakim, fue demolida por razones de seguridad y quedó sólo la base. "En las viejas fotografías de la Diagonal aparece esa cúpula notable que le daba gran presencia a esa esquina", dice.
Desde el Archivo de la Dirección de Patrimonio se está realizando el relevamiento de todos los edificios proyectados con cúpulas remates o chimeneas. De esa forma "se podrá determinar cuántos edificios de estas características tuvo la ciudad a principios del siglo XX, y cotejar lo que está presente y lo que está ausente para poder recuperarlos de alguna manera y reconstruir esa ciudad perdida", se esperanza Pagani.
Algo está claro: las cúpulas han sido desestimadas por los propios consorcios de propietarios de esos edificios; su mantenimiento es costoso y no se les encuentra una función. "La relación entre la arquitectura y la función es muy fuerte, las cúpulas están vinculadas a una especie de bohemia improductiva", dice Pagani.
Por falta de mantenimiento han desaparecido varias cúpulas. Sus edificios, sin embargo, se mantienen. Lo raro es que "una vez que demuelen la cúpula comienzan recién ahí el mantenimiento general de todo el edificio". La mayoría pertenece a edificios privados "y el Estado no puede hacerse cargo del mantenimiento de todas", dice Zakim, y añade que si bien desde la Dirección de Patrimonio están permanentemente trabajando en la puesta en valor y restauración de edificios, debería haber una política de subsidios para el mantenimiento de las cúpulas.
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