«Pienso que un espacio sacro debe estar de alguna manera ligado a la naturaleza, lo que no significa que tenga que ver con el animismo o panteísmo.»
Envueltas en una estética carente de ornamento, muchas de las obras de Tadao Ando basan su riqueza en la relación del edificio con la luz y la naturaleza. En ese sentido, su Iglesia sobre el agua, diseñada en 1985 y construida en 1988, es una de sus más logradas realizaciones en las que utiliza a la naturaleza como elemento involucrado en el diseño. En ella, Ando logra crear un microcosmos en el que combina de manera simple pero magistral conceptos sobre lo profano y lo sacro, lo artificial y lo natural, lo cerrado y lo expuesto, el vacío y el infinito.
REFERENTES
Como fruto de su auto aprendizaje, Tadao Ando suele tomar referencias en la arquitectura occidental, pero sin abandonar las raíces de la tradición arquitectónica japonesa, particularmente en el uso de la luz, en el orden geométrico y en la ascética estética del budismo Zen.
La idea de conectar espacios de culto con el agua como un vínculo entre lo sagrado y el paisaje tiene un precedente notable en el santuario de Itsukushima en Miyajima, cerca de Hiroshima. En el santuario, el torii o pórtico es localizado en medio del agua constituyendo unos de los tres escenarios más bellos de Japón (de acuerdo a los propios japoneses).
Al mismo tiempo, la Iglesia sobre el agua encuentra en la capilla de la Universidad Técnica de Otaniemi, Finlandia, diseñada en 1957 por Kaija y Heikki Siren, su referente occidental más inmediato.
EL LUGAR
La iglesia se encuentra ubicada cerca a Tomamu, en el corazón de la isla de Hokkaido, al norte de Japón. En realidad es una pequeña capilla que pertenece al hotel Alpha Resort, especializado en organizar la perfecta luna de miel para recién casados.
En Japón es común que los hoteles ofrezcan espacios para bodas cristianas, sintoístas y budistas, según la preferencia del cliente. El Alpha Resort está compuesto de varios equipamientos hechos en una arquitectura que remeda la del norte europeo y organiza sus habitaciones en unas grotescas torres de interior kitsch, que se yerguen espantosamente sin ninguna consideración a su entorno ni ningún tipo de integración al paisaje (y a las que por ende todas las publicaciones de arquitectura se han esforzado en ocultar).
Ando, entonces, pareciera empezar organizando su capilla de espaldas a estos esperpentos, separándola por una pared en L, estableciendo un recinto sacro aislado de lo mundano y enfocando todas las visuales hacia un bosquecillo de árboles de haya ubicado al frente del templo en el que discurre también un arroyuelo.
EL PARTIDO
La arquitectura de Ando se fundamenta en un claro orden geométrico. La composición de la iglesia sobre el agua se basa en la intersección de dos volúmenes (un prisma de base cuadrada de 15 m de lado y un cubo de 10 m de lado) que comparten una esquina en un área de 5 x 5 m.
El aspecto más notable es que Ando ha sustituido la pared frontal del templo, en la que generalmente se disponen imágenes divinas de determinado significado religioso, con una representación más viva y elocuente de la representación del Creador: la naturaleza misma. De esta forma se provee un escenario vivo, multicolor y siempre cambiante, que va desde las paletas sepias en otoño, los glaucos matices del invierno, las floridas manchas en primavera, los intensos verdes en verano.
El conjunto se separa del hotel, como dijimos, por dos brazos en L de 39.45 m y 75.425 m ubicados al este y sur respectivamente, permitiendo al usuario descubrir la iglesia al rodearla e ingresar por el extremo norte.
El estanque al frente de la iglesia es un rectángulo de 45 x 90 m, dividido en cuatro plataformas de 15 m, establece un recinto virtual, una plaza acuática perfectamente visible pero con la que el usuario no puede establecer contacto físico y que comunica la iglesia con la naturaleza. Al mismo tiempo el espacio de la capilla se extiende al exterior, manteniendo un vínculo visual y simbólico con la cruz de metal localizada en medio del estanque. El hecho de trasladar a la cruz fuera del interior de la iglesia de hecho incrementa su impacto visual.
EL PROYECTO
Tras rodear la pared en L, el visitante asciende y desciende unas pequeñas escalinatas que rodean un espacio definido por cuatro cruces, las que definen un cubo virtual entendido como un espacio divino que se dispersa hacia los puntos cardinales. El espacio interior a las cruces es una pequeña placita de techo de vidrio, en la que se hallan dispuestas unas bancas en su perímetro.
Las cruces, de 50 cm de espesor se hallan dispuestas de tal manera que sus vértices extremos se separan por apenas 5 centímetros, aumentando el dramatismo de la composición.
En una referencia más etérea a la forma primigenia que les dio origen, las cruces se hallan envueltas por un cubo transparente, una estructura de metal recubierta con cristal laminado.
Tadao Ando, resume así la experiencia de la aproximación desde el cubo de luz a la capilla: «La aproximación al conjunto se realiza siguiendo la trayectoria del muro exento y ascendiendo por una suave ladera hasta llegar a la zona de acceso, definida en sus cuatro lados por un vidrio mate blanco. Este recinto de luz, en el que se alzan cuatro cruces contiguas, se mezclan la luz solar, -intensa y directa-, y la luz filtrada a través del vidrio mate, envolviendo a los visitantes en un sutil contraste que da solemnidad al lugar.
En el corte, la pared curva es de concreto, pero la hice transparente para que se vea el detalle de la escalera.
Del recinto parte una escalera, oscura y curvada, que conduce a la repentina visión de una quinta cruz y del lago azul oscuro. El horizonte separa el cielo de la tierra, lo sagrado de lo profano. El paisaje va cambiando gradualmente de apariencia, en una transición en la que los visitantes pueden sentir la presencia de la naturaleza y de lo sagrado. la luz del sol, el lago y el cielo continuarán entonando distintas melodías.»
Al lado de la capilla se ubica un pórtico de concreto de 6.2 m de alto, sosteniendo una viga que se extiende 15.9 m. Este pórtico simbólicamente refuerza la idea de transición de lo profano a lo sacro, mientras que funcionalmente acoge la mampara corrediza que limita entre la capilla y el estanque. De esta forma, cuando el clima lo permite, es posible correr la mampara maximizando la relación íntima de la capilla con su entorno. Para no interrumpir la continuidad de la superficie acuática, el carril de la mampara se encuentra ligeramente sumergido, siendo imperceptible a la distancia. Este detalle me pareció muy especial y original, hasta que visité la Casa estudio de Luis Barragán en México, y descubrí de dónde se había inspirado Ando para hacer su mampara.
En una esquina de la capilla, contigua a la escalera semicircular y discretamente escondidos bajo el cubo de luz se acomodan tres salas de espera así como servicios higiénicos, dispuestos en torno a un espacio cilíndrico de vidrio que recibe iluminación cenital a través de cuatro superficies vidriadas (aquellas que conforman el piso de la plaza de las cruces).
La capilla se separa de la zona de espera por una grada semicircular que ayuda a definir el cilindro de la entrada. De allí el visitante es conducido a la sala de espera que es el cilindro que se ve en la foto y que está inscrito debajo del cuadrado de las 4 cruces. Debajo de esta planta se ubican los calderos para calefacción. No olvidemos que la iglesia está en Hokkaido, donde se pueden llagar a inviernos de -30 grados.
EL INTERIOR
El interior de la capilla es de una impecable sobriedad. Cinco filas de bancas de madera dispuestas en pares a cada lado de la sala, de un simplísimo diseño, son acompañadas por dos sillas diseñadas por Ando, que recuerdan al mobiliario de Charles Renie Mackintosh y unos floreros de forma cónica invertida dispuestos sobre un armazón de madera.
Las paredes de la capilla alojan unas fenestraciones que proveen una fuente lumínica estableciendo una pauta junto a la retícula del concreto visto, típica de las construcciones de Ando. El piso es recubierto por losas de granito negro.
DETALLES
La región de Hokkaido es famosa por su clima frío, debido a los vientos que descienden de Siberia. Para tal efecto, a las paredes de 25 cm de concreto se les ha añadido un recubrimiento térmico de 5 cm y otro interior de 60 cm, logrando un espesor de 90 cm. Las paredes fueron vaciadas in situ y una técnica especial mezcla y de vibrado le da al concreto una suavidad única, como si estuviera recubierta de vidrio, a la vez que permite a la luz reflejarse y desmaterializarse provocando un múltiple juego conforme varíen las horas del día o el día del año.
La poza de agua, hacia la cual descienden suaves colinas de césped, se halla dividida en plataformas de 15 m que se escalonan junto a la pendiente y desaparecen en un colector al final del estanque. De esta manera se añade a las cualidades visuales del estanque, el murmullo de las pequeñas caídas de agua.
«Quiero darle al poder de la naturaleza una presencia en la sociedad contemporánea y proveer de este modo la clase de lugares estimulantes que hablan directamente a cada sensación del hombre como un ser vivo, corpóreo. Es más, recuperar de los estratos de la historia no la forma o el estilo, sino la visión esencial de la naturaleza y la vida que discurre desde su raíz. El espíritu de la cultura, en otras palabras.»
Fuente:
moleskinearquitectonico.blogspot.com.ar