La crisis internacional que se inició en 2008 y 2009 provocó que los capitales abandonaran el sistema financiero y buscaran en las commodities una alternativa de inversión. El aumento del 25% que sufrió el precio del cobre, hace que hoy se haya convertido en otra commodity cuyo valor queda atado a los vaivenes de oferta y demanda del mercado.
Este insumo fundamental para la producción de cables complica a la industria. Según las cotizaciones del London Metal Exchange, mientras que antes de la crisis, la tonelada de cobre cotizaba a 4.500 dólares, al iniciar el año pasado su precio rondaba los 7.500 dólares y finalizó en la cifra récord de 9.739 dólares, lo que implicó una suba de casi el 30%.
Además, la demanda crece, fundamentalmente desde China, a un ritmo que la oferta no puede seguir. Esto indica que el déficit de este metal en el mundo, que fue en 2010 de 233 mil toneladas, podría continuar e incrementarse hasta triplicar sus valores.
En el mercado local las consecuencias son directas. Empresas como Pirelli aumentaron sus precios tres veces hacia fin de año, con una suba total del 15%. «Es una locura, hay empresarios y proveedores que están empezando a actualizar sus precios diariamente. Hay mucha inestabilidad», advierte Norberto Delfino, titular de Servelec, fabricante de transformadores y equipos para la electricidad.
El mercado argentino se ve amenazado también por el desarrollo del denominado «cobre de rezago», metal que se funde para reutilizarse. Este fundido se mueve en un mercado negro altamente concentrado en la provincia de Buenos Aires. El cobre de rezago aumentó su valor en el último tiempo de 20 a 30 pesos el kilo.