Berthold Konrad Hermann Albert Speer (19 de marzo de 1905 – 1 de septiembre de 1981) fue un arquitecto y político alemán, proveniente de una familia de arquitectos de la alta burguesía y uno de los más destacados jerarcas del Tercer Reich.
En su juventud, Speer primero quiso ser matemático, pero acabó siguiendo los antecedentes familiares y estudió arquitectura, paso que sería decisivo en su vida. Fue el arquitecto predilecto y ministro de armamentos y guerra de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Con 26 años de edad, sus alumnos le convencieron para que acudiera a una reunión del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, y quedó hipnotizado por el carisma de Hitler, afiliándose ese mismo año de 1931.
El primer cometido de Speer como miembro del Partido le llegó en 1932 cuando Karl Hanke le solicitó reformar las oficinas del Gauleitung en Berlín. Hanke empezó a recomendar a Speer dentro de los círculos del partido. Dos años más tarde Joseph Goebbels le encargó un proyecto que ejecutó magníficamente: la reforma de la oficina principal del Ministerio de Propaganda y en un tiempo récord, por lo que éste, impresionado, le recomendó al führer.
Posteriormente se le encargó, en ese mismo año, la decoración del monumento de Tempelhof, donde se colocó una inmensa águila apoyada en la esvástica. La aprobación para esta obra la dio el mismo Hitler en persona a Speer.
Hitler le apadrinó dándole varias oportunidades de crear y se estableció entre ellos una relación personal. En 1934, tras la muerte de Troost, el primer arquitecto preferido de Hitler al que había ayudado en varias obras, fue elegido para reemplazarle como arquitecto jefe del partido. Troost era para Speer su segundo maestro, con el que colaboró a renovar el apartamento del canciller en la Cancillería de Berlín. En este puesto, la aportación más notable de Speer fue la adición del famoso balcón, desde el cual Hitler podía saludar a las numerosas personas que se congregaban en la Wilhelmsplatz para verle. Uno de los primeros encargos después de ese ascenso tras la muerte de Troost fue el probablemente más conocido de todos sus diseños: la tribuna del Campo Zeppelín, el área de desfiles de Núremberg para cuyo diseño se inspiró en la antigua arquitectura dórica del altar de Pérgamo, en Turquía, pero ampliada a una escala enorme, capaz de albergar hasta 240.000 personas.
En 1934, Hitler le encargó la obra de embellecimiento de las condiciones de trabajo en el Frente de Trabajadores, que estaban a cargo de la construcción de las autopistas (autobahn), construyendo barracones modelos para estos trabajadores. También participó en la organización Fuerza por la Alegría, integrada en el Frente de Trabajadores. Dentro de ella, desarrolló el proyecto llamado Belleza del Trabajo.
Un poco de historia
Hijo y nieto de arquitectos, Speer, creció en el seno de una familia de la alta burguesía alemana. Pese a su vocación de matemático continuó con la tradición familiar y estudió arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Berlin-Charlottenburg, licenciándose en 1927.
En 1931, subyugado por la elocuencia demostrada por Hitler en un mítin, ingresó en el partido nacionalsocialista. Ello marcaría su futuro ascenso profesional.
El primer cometido de Speer como miembro del partido nazi le llegó en 1932 cuando Karl Hanke, diputado del Reichstag, le encargó reformar las oficinas del Gauleitung en Berlín. Speer sorprendió con su diligencia.
El 30 de enero de 1933, Hitler sube al poder y Goebbles contrata a Speer como ayudante del arquitecto jefe del partido, Paul Ludwig Troost, encargándole su primer proyecto, la reforma del Ministerio de Propaganda en la Wilhemplatz de Berlín. Impresionado ante los resultados Goebbles le recomienda a Hitler, gran amante de la arquitectura.
Al fallecer Troost en 1934 le sucede.
Tras el ascenso, su primer encargo es el proyecto, en Nuremberg, de la decoración de la tribuna del Campo Zeppelinfeld, el área de desfiles, con motivo de los actos del primer congreso del partido.
La obra es quizás su proyecto más significativo, símbolo de la megalomanía nazi, al servir como marco de la grabación de la obra maestra de la propaganda del Reich, El triunfo de la voluntad dirigida por Leni Riefenstahl.
Nuremberg estaba destinada a albergar muchos otros edificios oficiales nazis, la mayoría de los cuales nunca llegaron a construirse.
Mientras planeaba estas edificaciones Speer inventó la teoría del valor de las ruinas -apoyada con entusiasmo por Hitler-, según la cual se construirían todos los nuevos edificios de forma que fuesen unas ruinas estéticamente agradables en el futuro lejano.
Ellas serían el testamento de la grandeza del Tercer Reich. Una premonición malograda, dada su fugacidad. Speer sobrevivió a su obra.
En 1936, el año de las Olimpíadas de Berlín, Speer recibió de Hitler el encargo de la reforma urbana de la capital del Reich.
El 30 de enero de 1937, Hitler nombró a Speer inspector general de construcción con el rango de Secretario de Estado, y se le encargó que hiciera planes para la reconstrucción de Berlín, futura capital de un Estado supra-germano. El primer paso de estos planes fue la reforma del Estadio Olímpico de Berlín, escenario de los Juegos Olímpicos en 1936.
Proyectó igualmente la nueva Cancillería del Reich, que incluía un enorme salón dos veces mayor que el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. La Cancillería quedó terminada en 1939 y Hitler quedó extasiado por la belleza de la reforma.
El resto de los edificios proyectados para Berlín no llegaron a construirse. La Segunda Guerra Mundial impidió su finalización aunque Hitler no los abandonó hasta bien iniciada la contienda.
En 1941, Speer dirigió simultáneamente varios proyectos. Entre ellos, erigió los refugios antiaéreos de Berlín. La realización de sus obras comportó la presunta deportación de cerca de 50.000 judíos, que fueron expulsados de sus hogares. Sólo se salvaron de la deportación unos 26.000, aquellos que trabajaban en las fábricas de armamento, la mano de obra.
¿Víctima o victimario?
En los juicios de Nuremberg, Speer destacó por ser uno de los pocos jerarcas del régimen nazi que manifestaron remordimiento aunque demostró su ambivalencia.
Durante la proyección de los filmes de la realidad de los campos de concentración, Speer demostró congoja y remordimiento. Durante los descargos, negó conocer cualquier aspecto relacionado con el Holocausto. Adoptó una actitud de víctima del régimen nazi.
Sin embargo, en 1977 Speer hizo una reveladora declaración jurada a una Junta judía que combatía la negación del Holocausto en la que se retractó de sus argumentaciones exculpatorias y asumió sus responsabilidades durante el mismo.
De haber sido esa su postura durante los Juicios de Nuremberg, Albert Speer habría sido ejecutado.
Falleció en Londres el 1 de septiembre de 1981, a la edad 73 años.