Alba presenta la ruta por diez barrios coquetos, coloristas y con historia en los que la intensidad cromática de sus fachadas se convierte en la auténtica protagonista.
Son variados los sentimientos que despiertan los colores vivos y vibrantes: alegría, esperanza, felicidad, entre otros. Por eso, muchos barrios del mundo buscan explotar esta cualidad para atraer a los turistas o, simplemente, para alegrar la vista. Las distintas expresiones refulgen tanto en los países cálidos (por ejemplo, México e India) como en los gélidos escenarios de Groenlandia y Dinamarca.
Asimismo, se los puede encontrar en pueblos costeros de la cornisa cantábrica en los que las fachadas rojas, naranjas o amarillas servían a los pescadores de guía al regresar a su hogar. El recorrido internacional por diez barrios de medio mundo coquetamente decorados, que además de un estético y contemplativo ejercicio viajero, se convierten en reflejo del carácter de sus habitantes.
1 Mirador sobre el Cantábrico
Cudillero es uno de los muchos pueblos pesqueros que salpican el litoral asturiano. Su principal (y encantador) reclamo se levanta en forma de coloridas casas construidas sobre las laderas que acunan a esta villa, formando una especie de semianfiteatro natural con privilegiadas vistas al Cantábrico. El cromatismo arquitectónico es también recuerdo de tiempos pasados, cuando servían, junto con el muelle y algunas fortificaciones, de eficaz defensa contra la amenaza inglesa.
2 Estilo inglés y coloreado
El barrio de Irala, en Bilbao, nació a principios del siglo pasado en torno a la fábrica de harinas Harino Panadera, fundada por Juan José Irala. De aquella época, y supervivientes gracias a posteriores rehabilitaciones, son las viviendas de estilo inglés ubicadas entre la avenida Zuberoa y la calle Baiona, cuyas fachadas, pintadas con colores llamativos, forman un original mosaico.
3 Una plaza curiosa
Resulta inevitable no alzar la vista cada vez que uno pasea por la Plaza Mayor de Cuenca. Junto a la Catedral, fachadas en rojo, amarillo o azul pintan el centro histórico de la ciudad con un toque de alegre distinción. A estas se suman las de la contigua calle Alfonso VIII, que conecta la parte trasera del Ayuntamiento con la plaza del Carmen, de corte más burgués, a base de fachadas de llamativas tonalidades.
4 Con vistas al mar
A 11 kilómetros del flamante y ajetreado puerto comercial de Valencia, se encuentra el poblado marinero de Port Saplaya. Un embarcadero sumamente particular, gracias a las casas -con bote a la puerta- que dibujan una colorida y cambiante sucesión de fachadas, cada una de ellas con su propia y particular distribución y tonalidad. Un puerto deportivo elegante, distinguido… y no demasiado conocido.
5 Una montaña de colores
El barrio de San Juan, en Las Palmas de Gran Canaria, podría definirse como una montaña de casas de mil colores. Situado en el margen sur del barranco del Guiniguada, se recomienda coger fuerzas antes de adentrarse en esta laberíntica disposición de estrechas y empinadas calles. Un barrio con arraigo y merecido premio para los viajeros más esforzados: regala una de las mejores vistas de la isla.
6 Reflejado en el Duero
En pleno centro histórico de Oporto, y literalmente sobre la linde del río Duero, se apretuja el barrio Ribeira. Coloridas y decoradas fachadas de edificios que dotan a sus laberínticas calles, y al cauce al que se asoman, de vida e intensidad cromática. Un atractivo escenario para una cena con posterior paseo nocturno.
7 Con un toque original
Quizá Notting Hill sea más conocido por el mercadillo de Portobello, su particular y veraniego carnaval o por el alcance que tuvo hace unos años una película homónima protagonizada por actores sumamente mediáticos. Sin embargo, sus coloridas casas y peculiares tiendas, como la cadena de ropa AllSaints Spitalfields (290 Westbourne Grove – www.allsaints.com), decorada con máquinas de coser antiguas, hacen de este barrio londinense un lugar diferente a lo que puede encontrarse en el centro de la capital británica. Pasearlo resulta una apuesta segura, nunca decepciona.
8 Depende del estado de ánimo
Puerto Rico, la Isla del Encanto, no pasa desapercibida ni por su vida nocturna, ni por la potencia cromática de sus casas, pues reflejan perfectamente el carácter y estado de ánimo habitual de sus habitantes. Los boricuas del barrio de San Juan transmiten su alegría, también, a través de las fachadas de sus viviendas, bañadas literalmente en colores brillantes, y rematadas con floridos balcones.
9 Calor mexicano, color español
El colorido arquitectónico que define a la ciudad de Guanajuato fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1989. Asentada entre colinas, esta antigua villa colonial española vio crecer a uno de los muralistas mexicanos más importantes de la historia, el gran Diego Rivera. Se puede aprovechar la visita para entrar en el Museo Casa Diego Rivera, ubicado en el que fuera su hogar (Positos, 47), y que conserva todavía el estudio de tan genial artista.
10 El barrio de Reus
Cuando el empresario catalán Emilio Reus llegó a Montevideo en los años 80, construyó tres calles idénticas compuestas por casas bajas, coloristas y pensadas para la clase obrera. Hoy, la Villa Muñoz sigue siendo conocida como el barrio de Reus, una zona pintoresca de la ciudad en medio de un barrio comercial.

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