En nuestro apresurado existir de criaturas urbanas, mirando a través de la ventanilla del colectivo o del subte en los viajes de regreso a casa, haciendo algún trámite en un edificio público, o quizás paseando un sábado por una galería, alguna vez nuestros ojos descansaron ante la maravilla del arte mural. Una mirada a las calles porteñas desde esta fascinante forma de expresión artística y social.
Para saber cómo se originó el arte mural tendríamos que remitirnos a la pintura rupestre (la primera pintura de la historia), que se realizaba sobre las paredes de roca de las cuevas paleolíticas. A través de los siglos, los murales se fueron desarrollando mediante técnicas y formas diversas.
La obra de Miguel Ángel Buonarotti en la Capilla Sixtina es un claro ejemplo de los grandes murales que se produjeron durante el Renacimiento. En la era moderna, en varias ocasiones el mural ha sido un importante medio de expresión de las luchas sociales. Probablemente uno de los máximos exponentes del siglo XX sea el «Guernica» que Pablo Picasso realizó como protesta ante el sangriento bombardeo aéreo a la homónima población vasca. Otra forma contemporánea de esta expresión artística, en ocasiones, es el graffiti callejero.
El arte mural puede representarse mediante distintas formas y técnicas: la pintura mural (al fresco o en seco sobre el muro), el relieve escultórico (sobrerrelieves o bajorrelieves), el mural cerámico (con mosaicos adheridos al muro), las teselas (mosaicos no cerámicos, por ejemplo mármol), el mural esgrafiado (combina la pintura mural con el relieve escultórico) y el vitraux (vidrios de colores engarzados en plomo o resinas sintéticas).
En la capital, desde la primera mitad del siglo XVIII, se realizaron murales sólo en el ámbito de las iglesias. El mural más antiguo de Buenos Aires se hizo en 1735 y se ubica en la Iglesia del Pilar, en la pared trasera del altar de la Dolorosa. Más tarde, comenzaron a aparecer influencias de distintas corrientes artísticas del mundo: las escuelas italiana y francesa; los relieves escultóricos, los azulejos, y vidrios pintados característicos del art nouveau; los murales de fuerte contenido revolucionario que surgieron con los postulados de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco (exponentes del movimiento muralista mexicano), y también la notable influencia del brasileño Cándido Portinari en la obra de Ricardo Carpani.
Entre los muralistas más prolíficos cabe mencionar a Benito Quinquela Martín, que plasmó la vida, los colores, el trabajo y la gente del puerto del Riachuelo, en el barrio de La Boca. Se destacan las obras en la Escuela Museo Pedro de Mendoza y en el Teatro de la Ribera. Otro artista de gran producción fue Luís Seoane: «…El pintor que se sube a un andamio no es el mismo hombre que el encerrado en su taller. Completa su vida. Su obra será verdaderamente pública y juzgada por una inmensa mayoría. Está en la calle…”
Uno de los conjuntos murales más importantes de la ciudad es el correspondiente a los frescos de la cúpula de las Galerías Pacífico, realizado en 1946 por Castagnino, Berni, Urruchúa, Spilimbergo y Colmeiro. Los artistas representaron los valores esenciales del hombre y su medio. El mural de Berni, que abarca el sector de la calle Viamonte, se compone de una pareja de enamorados abrazados sobre la tierra, tres hombres bronceados entre girasoles y cañas de azúcar, como alegoría a la germinación de la tierra, un personaje dorado que alude a la presencia del sol y una mujer desnuda, que representa el nacimiento.
Así mismo sobresalen los murales de la Galería Santa Fe, con obras de Seoane, Presas, Torres Agüero, Chale, Gerstein, Batlle Planas y Soldi. En 1953, al iniciarse la construcción de la galería, en el predio ya existía un mural que Soldi había pintado como homenaje a su novia (que vivía enfrente), éste permaneció oculto por carteles publicitarios, hasta 1988, que volvió a la vista del público.
En el hall del Teatro San Martín se encuentra otra importante obra de Batlle Planas, un mural cerámico en el que se puede leer un homenaje a su mujer Estela: «Yo y tú llevamos, más que bestias como animales penetrados por la sabiduría/ y dejamos estela/ alimentados por la bondad que el vacío adquiere por el amor».
En las estaciones de subte de las líneas C, E y D, se pueden ver otros murales cerámicos, por ejemplo el de Molina Campos en la estación Constitución. En la línea B, se pueden destacar los siguientes: el de Páez Vilaró, en la estación Carlos Gardel; y en la Estación Uruguay, los murales de las historietas Inodoro Pereyra, del querido Fontanarrosa, y de El Eternauta (que concluyó con la triste desaparición de Oesterheld durante el golpe de 1976) realizado por Solano López y Breccia.
Uno de los muralistas más socialmente comprometidos fue Ricardo Carpani, que se focalizó en problemáticas tales como el desempleo, los trabajadores y la pobreza.
Entre los murales más recientes, también relacionados con temas sociales, se puede mencionar la obra «Camino de la solidaridad, la cooperación y la esperanza», realizada en 2006 por Luis Felipe Noé, ubicada en el Hospital de Niños Pedro Elizalde. En el barrio de Once, está el mural en memoria de los 194 jóvenes que murieron el 30 de diciembre de 2004 al producirse el brutal incendio de la discoteca República Cromagnon (a una cuadra de las inmediaciones del local). Cerca, en el santuario ubicado en Bartolomé Mitre al 3000, los familiares de las víctimas y sobrevivientes de la tragedia colocaron en 2006 un mural cerámico denominado «Atrapados», que fue construido por los trabajadores de la empresa recuperada Zanon, de Neuquén.
Actualmente se está desarrollando el proyecto “194 muros por justicia y nunca más Cromañón”. La idea del movimiento de familiares, amigos, sobrevivientes de Cromañón y cualquier voluntario que se quiera sumar (no es necesario ser artista) es que, antes del 30 de diciembre de este año, haya un mural por cada una de las víctimas, en todos los lugares posibles de Capital Federal, del país y del mundo. El diseño es sencillo, y ya se ha replicado en varios lugares de la ciudad, en General Pico y La Pampa.
Cabe señalar que existe un programa que depende del Ministerio de Cultura, a cargo de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, mediante el cual se está completando un relevamiento exhaustivo de todos los murales existentes. Incluso es posible descargar una base de datos con información sobre la ubicación, autoría, técnica utilizada, etcétera, de cada mural relevado hasta el momento. Se pueden conocer más detalles accediendo a buenosaires.gov.ar/areas/cultura/murales/
Ahora no tengo más que invitarlos a recorrer las calles de la ciudad con una mirada renovada, recordando que en medio del aparente caos, la belleza prevalece…
Por Laura Durán | Ingeniera Industrial – Estudiante de Historia General del Arte
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