Hace un par de años un proyecto de producción de electricidad limpia que habían desarrollado la empresa Enviu, el estudio arquitectónico Döll y las universidades de Delf y Eindhoven, consistía en aprovechar la energía cinética de las pisadas de la gente sobre unas baldosas especiales.

La idea se había aplicado primero a una pista de discoteca en Rotterdam y luego fue la ciudad francesa de Toulouse la que instaló 15 de esas baldosas en una plaza para alimentar las farolas. Hasta la Comisión Europea de Energía estudió el asunto durante la Semana de la Energía Sostenible de Bruselas.

Pues bien, dos años más tarde la cosa empieza a extenderse. Puesto que la teoría era correcta y las pruebas demostraban que funcionaba, sólo era cuestión de tiempo aplicarlo a mayor escala y así ha ocurrido en varios sitios: en la Maratón de París se consiguió llegar a 7 kilovatios por hora gracias a la instalación de 176 baldosas, y en la Marina Bay de Singapur se iluminó un escenario flotante durante la última celebración de la Hora del Planeta.

Pero donde parece que más ha calado es en Londres. Las estaciones de West Ham y Victoria aprovechan el enorme tráfico de pasajeros que suele darse en estos sitios, con millones de pisadas cada hora. Hasta el Metro, escuelas y oficinas están empezando a instalar las revolucionarias baldosas.

Parte de la responsabilidad de este éxito en la capital británica se debe a Laurence Kemball-Cook, que aún no había terminado sus estudios de ingeniería industrial en la Loughborough University cuando, deslumbrado por el tema, fundó la empresa Pavegen Systems, dedicada a la fabricación de baldosas energéticas.

Su objetivo es generalizar la instalación del sistema en todas las grandes ciudades, de manera que las calles puedan iluminarse al paso de cada peatón, por ejemplo, sin necesidad de que haya farolas gastando energía continuamente. Iluminar sólo cuando sea necesario, algo que vale para otras cosas (partidos de fútbol, monitores de aeropuertos, etc).

Para ello ha de lograrse reducir el costo de cada una de estas baldosas que, evidentemente, no son como las demás: además de pesar 28 kilos, al pisarlas se hunden 5 milímetros, activando por inducción magnética un pequeño motor que ilumina la pantalla central de su superficie con una potencia de 12 voltios. La innovación aportada por Pavegen es el material con que está fabricada dicha baldosa: hormigón polímero procedente en un 60% del reciclaje, mejorando a las anteriores.

Y en el futuro está su aplicación no sólo a las pisadas humanas sino también al rodamiento de los neumáticos de los vehículos, que tienen aún más potencial energético.

Fuente:

www.labrujulaverde.com