El tamaño de la biblioteca en una vivienda ha estado asociado a status, posición socio-económica, nivel cultural, etc. Hoy se lee mucho más, pero hemos incorporado muchos medios electrónicos con los que podemos hacerlo: teléfonos, computadoras, revistas y diarios digitales. Sin embargo, la biblioteca sigue siendo ese rincón especial de la casa, cálido y tranquilo, que invita a la lectura.

 

Actualmente las viviendas y los ambientes se han reducido considerablemente. Es casi impensado un cuarto de juegos o un cuarto de lectura en las casas de hoy. Por eso es muy importante el aprovechamiento del espacio al máximo. Dónde guardar o colocar los libros siempre puede resultar problemático, principalmente para los amantes de la lectura, los que estudian, o los que tengan niños en edad escolar. Además de permitir ordenar los libros, las bibliotecas pueden dar una decoración muy cálida a un ambiente. 

Hasta en los hogares más espaciosos – pertenecientes a familias con mayor poder adquisitivo – el lugar para los  libros no es lo suficientemente valorado a la hora de diseñar las funcionalidades de una casa o un departamento.
Una biblioteca es un capital cultural de gran valor. Los libros son objetos que proveen entretenimiento y sabiduría. Creadores de cultura, permiten el acceso a nuevos conocimientos e historias.
Estudios realizados en la Unión Europea demostraron que en hogares de igual nivel socio-económico y cultural la posesión de una biblioteca (entendida como 50 libros mínimo, de temas diversos, ordenados en un estante) aumenta el hábito de la lectura en un 40 por ciento. Y en aquellos hogares donde habitan niños, el rendimiento escolar supera ampliamente al de aquellos que no poseen libros.
Las bibliotecas son estéticas y brindan calidez a cualquier ambiente.
            Hace algunos años, era inevitable asociar los hogares de familias de buena posición económica a buenas bibliotecas.  Con el crecimiento de los estándares de vida y el acceso a mejores condiciones de amplios segmentos de la población se nota, sin embargo, un  decreciente interés en formar y crear espacios destinados a los libros.  Y esto es curioso, dado que las prácticas de la lectura, incluyendo formatos que no son necesariamente libros, parecen haberse incrementado: leemos más en computadoras, en teléfonos, en revistas, en diversos dispositivos y también libros. Entonces, ¿por qué ese desinterés aparente hacia las bibliotecas, a su creación y a su administración?
En Europa existen algunas empresas que ofrecen las bibliotecas como un amenitiy más equiparable a cualquier otro en la personalización de un emprendimiento inmobiliario, de una casa o de un departamento. Así como se ofrecen cocinas exclusivas de altas marcas o pisos de procedencia lujosa, ofrecen entornos apropiados para los libros.
En Argentina hay empresas que, orientadas por algunos proyectos que se desarrollan en otros países,  han encarado el desafío de ofrecer todos los servicios relacionados con la creación y el mantenimiento de bibliotecas. 

Algunos consejos:


Una biblioteca debe tener una correcta iluminación, tanto en el ámbito del medio ambiente para la lectura como también para facilitar la localización de los libros en el mueble. Otro aspecto a tener en cuenta es la complementación de la zona de la biblioteca con diversos objetos de uso cotidiano, como ordenadores o televisores.
Tal vez el lugar ideal para ubicar la biblioteca sea la habitación más grande de la casa, en la medida de lo posible y con un buen conjunto de muebles que inviten a sentarse y disfrutar de un tiempo agradable leyendo o escuchando música. Para quienes puedan destinarle  una habitación,  los muebles  que la contengan han de ser altos y largos, con libros seleccionados de acuerdo a los gustos de los lectores de la casa  y acompañados de obras de arte. En uno y otro caso, la luz es obviamente de gran importancia. Natural en la medida de lo posible, sin olvidar una buena iluminación eléctrica, teniendo en cuenta el carácter noctámbulo de los buenos lectores. Un par de cómodos sillones es imprescindible y cuando se dispone de una habitación completa, un escritorio o mesa de reuniones facilitará tanto la lectura como la conversación que la biblioteca inspira.

La biblioteca casera merece el mismo cuidado que los muebles antiguos. No importa el orden de los libros, ni siquiera interesa si se organizan según su tamaño, tema o color. Lo que importa es que la biblioteca sea un reflejo de sus  dueños, que tenga alma.