El emblemático bar La Imprenta en Belgrano cerró sus puertas, lo que se suma al cierre de otros sitios emblemáticos emplazados en algunos barrios porteños.

Luego de 20 años el tradicional café y restaurant bajó sus persianas. Este cierre se suma al desmantelamiento de otro sitio distintivo de la zona: La Cuadra. Así, se reaviva la polémica ante la posibilidad de que en esos predios se desarrolle un mega proyecto inmobiliario.

La célebre confitería Richmond, en la calle Florida, fue uno de los lugares que también cerró sus puertas en medio de una fuerte controversia, luego de que sus nuevos dueños fueran acusados de provocar una decadencia acelerada del servicio ofrecido para luego ceder ese espacio a la casa de indumentaria Nike. Esta última luego se vio obligada a publicar un comunicado aclarando que no guardaba relación con la decisión del cierre.

Ahora, es el turno del café y restaurant «La Imprenta», un ícono del barrio de Belgrano.

Su cierre definitivo -cartel de despedida de sus dueños incluido- se suma a la polémica que hace poco más de un año generara el desmantelamiento del área conocida como «La Cuadra», de acceso lindero y también con entrada sobre la calle Jorge Newbery.

Fue precisamente ese cierre el que derivó en la protesta de cientos de vecinos, que rápidamente se movilizaron para juntar firmas e impedir que en ese sitio histórico se desarrolle un emprendimiento inmobiliario.

Ahora, ya con el espacio de La Cuadra vacío al que ahora se suma el del bar La Imprenta, los rumores vuelven a ganar en intensidad y la polémica también.

Meses atrás, el vaciado del primero de los lugares mencionados (La Cuadra) hizo que legisladores porteños -encabezados por Bruno Screnci del Pro- apuren y aprueben un proyecto de ley para que ese espacio fuera protegido por su valor histórico.
La Imprenta está ubicada en la esquina de Migueletes y Maure. Debe su nombre a que, justamente, allí funcionaba la imprenta del Hipódromo.

En la misma manzana, en Jorge Newbery 1651, se emplaza La Cuadra, uno de los últimos stud en donde durmieran varios de los «pura sangre» campeones que generaron tantas pasiones como deudas y forjaran la romántica leyenda del turf de Palermo.
Ambos lugares conformaban hasta hace unos meses un complejo que incluía una galería de arte, restaurantes, joyerías, locales de ropa y otros comercios.

Lo cierto es que, al día de hoy, toda esa actividad cayó en picada.

Los comercios de La Cuadra dejaron de existir y ahora todo ese predio quedó vacío, con el paso vedado.
Ahora, y tras 20 años de actividad, el telón finalmente cayó sobre La Imprenta, que cerró sus puertas el 31 de diciembre pasado sin que los dueños brindasen mayores explicaciones, tal como señalan los allegados al lugar.

Un simple cartel da cuenta del ocaso de un ícono de Belgrano:

«Después de tantos años cerramos nuestras puertas. Fue un gran honor formar parte de sus vidas y agradecemos a todos y a cada uno de ustedes. Hasta siempre».

El «principio del fin» para este lugar comenzó a tejerse tiempo atrás y tuvo su punto culminante el pasado 12 de diciembre, cuando Almenir SRL, la empresa titular se declaró en quiebra.

Pero, más allá de este final para La Imprenta, lo cierto es que el mismo acompaña una ola de cierres que viene dándose en predios muy cercanos.

Al momento de exponer las causas que tratan de explicar la gran cantidad de «persianas bajas», fuentes consultadas esgrimieron una serie de factores, que van desde la poca rentabilidad de los negocios (por suba de costos y altos precios de alquiler) a otra cuestión que es la que vuelve a encender la polémica.

Y esta tiene que ver con la posibilidad de que se desarrolle un emprendimiento inmobiliario.

Esta última opción, según Jorge Safar, gerente comercial de la inmobiliaria Oppel, cobra mayor relevancia si se evalúa lo que sucede con el resto de los negocios que operaban en esa área.
«Es notorio que los puntos comerciales que se van desocupando en predios cercanos no vuelven a reabrirse. Sobre Migueletes, además del lugar que ocupaba La Imprenta, hay alrededor de cuatro locales que se vaciaron hace meses y siguen igual», aseguró el experto.
«Hoy en cercanías del café, ahora cerrado, sólo funciona el restaurante La Stampa y la heladería Persicco. Lo demás se ha ido poco a poco cerrando, incluso al gimnasio vinculado con La Imprenta también le bajaron la persiana», destacó.

«En La Imprenta los contratos de alquiler no se están renovando. Las pocas locaciones que están ocupadas se irán vaciando», aseveró.
«Es lógico que de pronto se cierre un lugar que opera en una zona donde la tierra es muy cara y buscada. Si bien es cierto que La Imprenta parecía funcionar bien, también es verdad que la suba de costos hace interesante para los dueños evaluar otras posibilidades de negocios», dijo.
Desde LJ Ramos su director de la división Locales Comerciales, Miguel Grehan, también puso la lupa en el incremento en los gastos operativos, que habrían pesado en la determinación de los dueños de La Imprenta de cerrar el lugar.

«Los mayores costos han hecho que esa zona y Las Cañitas esté perdiendo relevancia entre los lugares que más buscan los empresarios para abrir sus comercios. Ya no son tan pretendidos y no despiertan el interés de otras épocas», expreso.
Safar, de Oppel, estimó en $25.000 el alquiler mensual que los dueños de La Imprenta abonaban por el lugar, al tiempo que sostuvo que «los ingresos no están aumentando a la par de los costos».
Y añadió: «Si bien quienes rentan ponen esfuerzo en quedarse, ven que sus pérdidas se acumulan y se ven obligados a cerrar».
Desde el entorno de Bruno Screnci, el diputado del Pro que diseñó un marco para preservar estos espacios, aseguraron que «más allá de que se cierren los locales, nada debería cambiar en términos de construcciones en pie».
Más allá de la discusión respecto del valor histórico de La Imprenta o La Cuadra, desde el segmento inmobiliario destacan el enorme atractivo económico que poseen los lotes que hoy ocupan estos inmuebles «caídos en desgracia».

«La cotización del terreno no baja de los U$S1.000 por metro cuadrado. Se trata de terrenos de más de 17 metros de frente por casi 60 de profundidad, en una zona de Buenos Aires con precios en permanente ascenso», destacó Safar, de Oppel.
«Es de prever que la disputa por ambos espacios irá en ascenso, generará conflicto entre vecinos, desarrolladores y legisladores. Esto recién empieza», advirtió.

 

Fuente: IP Profesional.