¿Cuáles son (o deberían ser) los compromisos, valores y funcionalidades del diseño en la actualidad? ¿Deberíamos repensar estos conceptos? ¿Qué aporte se hace (o puede hacerse) desde los espacios de reflexión académicos y profesionales? Los criterios de diseño sustentable, ¿han penetrado los discursos y conciencias de los diseñadores realmente? ¿Cómo inciden la producción, el consumo y la publicidad en la creación de un diseño sustentable?
En el contexto actual -donde comienzan a ser percibidas diversas señales de la incidencia ambiental causadas por el sistema de producción y consumo de las sociedades industriales y el modelo dominante de acumulación basado en la especulación financiera comienza a mostrar sus fisuras- el diseño intenta reconvertirse sin advertir ni comprender los profundos cambios que se están insinuando. Los criterios de diseño sustentable han penetrado los discursos y conciencias de los diseñadores. La pretensión de colaborar en una problemática de escala histórica y planetaria desde la práctica disciplinar resulta necesaria. Los espacios de reflexión académicos y profesionales no deben dejar pasar esta oportunidad para repensar la disciplina, sus compromisos, valores y funcionalidades.
A lo largo de la historia el diseño como disciplina manifestó reiteradamente sus ideales progresistas. A fines del siglo XIX, en la revalorización del trabajo de los artesanos; en el siglo XX, ante la posibilidad de poner diseño al alcance de los sectores populares; y, más recientemente, en el intento de borrar las barreras ergonómicas para facilitar la accesibilidad de los usuarios a los productos. Todos estos han sido intentos de la propia disciplina para actualizarse bajo un paraguas de valores bienpensantes y progresistas.
En los últimos años la cuestión ambiental se ha instalado en la agenda cotidiana. Con poco rigor son asociados terremotos con cambio climático y tsunamis con contaminación. En este clima confuso grandes responsabilidades son depositadas en los individuos, como una eficaz cortina de humo donde permanecen invisibilizadas las causas y sus beneficiarios. El individuo es compelido a bañarse en menor tiempo y a consumir productos con certificaciones de cuidado ambiental realizados con materiales reciclables. No se quiere decir con esto que el uso responsable del agua, así como la conciencia en adquirir productos con menor huella ecológica, no sean relevantes. Se cuestiona que el tema sea clausurado en la adquisición de una tapa o un sello color verde. Se cuestiona que la responsabilidad se deposite en el individuo como practicante de un ecologismo individualista y de consumo.
Del mismo modo opera el denominado Diseño Sustentable. Enmarcado en la loable tradición del compromiso social de la disciplina, algunos diseñadores (ingenuamente) dedican sus esfuerzos a articular dos conceptos antagónicos, pretendiendo sintetizar en la misma operación Consumo y Sustentabilidad. Solo podrá existir un régimen sustentable finalizado el ciclo publicidad-consumo. Resulta parte del mismo dispositivo de ocultamiento el establecimiento del foco en los desechos del ciclo, cuando el núcleo de la cuestión reside en la producción para un sistema de insatisfacción crónica.
Mientras no sea cuestionado el sistema de producción-consumo y sea establecida la utilidad del ejercicio del diseño, todas las acciones en apariencia bienintencionadas serán, en su mejor caso, cosméticas. Y dada la escala del problema las mejores intenciones ya no resultan tolerables. Estos cuestionamientos deben conducir a la reflexión acerca del verdadero y último fin de la disciplina en los tiempos que corren.
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