Este año la construcción representará un 4,2% del producto interno bruto, lo cual tiene que ver con la importancia de desarrollar un mercado interno.

La Argentina puede tener un fuerte mercado interno a la vez de intentar que las exportaciones sean parte importante de la economía, así como convertir la vieja antinomia industria o campo en industria y campo.

A fines de 2008 literalmente hubo una explosión en los mercados financieros internacionales y estamos avanzando en su interpretación. Estamos viendo que la faz financiera de esa crisis fue la fiebre del enfermo, había  cuestiones mucho más profundas que tenían que ver con el modelo de valorización financiera por sobre el funcionamiento de la economía real.

La crisis fue consecuencia de un formato de modelo de negocios. No estaba para nada claro cuáles eran los activos subyacentes bajo los financieros.

Nuestro país logró sortear esa crisis sin desempleo, sin problemas con el tipo de cambio. Fueron años con mucho viento de frente para la Argentina y el mundo. Lo diferente fue el paradigma de crecimiento.

No existe en el país siete años consecutivos de superávit fiscal y comercial, sin problemas con el tipo de cambio o con el empleo en aumento cada año. El consumo fue aumentando y consolidando el mercado interno. El mercado inmobiliario, junto con la construcción, tuvo un desarrollo en calidad y cantidad durante todos estos años.

El Estado ha hecho un gran esfuerzo por políticas activas, por llegar a la mayoría de los ciudadanos, a incrementar la salud y la educación todos los años. Se cuidan además las cuentas públicas y no hay permanentes déficits, lo cual hace que deje de ser una carga para el sector privado. Todo lo contrario.

A la vez se atendieron y resolvieron los problemas derivados del default y la falta de crédito. Hoy hablamos del canje de holdouts y el Club de Paris como si fueran sólo títulos, cuando en 2002 eran problemas insolubles. Parecía que el desastre no se iba a poder resolver. Pero trabajamos con una visión de lo que era posible cumplir negociando con dureza y seriedad desde nuestro punto de vista y no el de los acreedores.

Nos decían los grandes analistas, los que tienen chapa, que no podíamos negociar con el Club de Paris sin pasar por el Fondo Monetario Internacional.

Imaginemos cuáles hubieran sido las propuestas de algunos sectores de la política nacional ante la crisis de 2009. Ajustar el gasto público, salarios, jubilaciones, bajar las inversiones, como se hizo con la política de déficit cero a comienzos de siglo.

El país siempre tiene presupuesto, la diferencia es que algunos han servido para crecer y para favorecer al conjunto de la población y otros para endeudarse, generar desempleo y achicar el país. Queremos un presupuesto como el de 2003 a la fecha, que han permitido que la deuda baje a 22% del PBI, frente a 170% en 2002.

Esos presupuestos permitieron incluir a 2,5 millones de hombres y mujeres que se pudieron jubilar y beneficiar a 3 millones de niños con la Asignación Universal por Hijo.

Hasta 2002 teníamos partidas de 2% para educación y 5% para pago de deuda. El presupuesto de 2011 revierte eso: 2% de pago de deuda y 6,4% a educación 

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