La transformación urbana que está sufriendo la China actual ha sido ampliamente considerada como “la tercera revolución”. La arquitectura contemporánea se ve a la vez invadida por estudios de arquitectura de todo el mundo, y de proyectos colosales, favorecidos por los acelerados cambios y por su situación económica. Sin embargo, algunos arquitectos chinos cuestionan el descuido de algunos proyectos por la sostenibilidad y la utilidad. Una nueva generación intenta encontrar el difícil equilibrio entre tradición y modernidad.

 

La transformación urbana que está sufriendo la China actual ha sido ampliamente considerada como “la tercera revolución”.  Las principales ciudades chinas están sufriendo la evolución, en un escenario dinámico, trepidante y complejo en el que tienen lugar los cambios sociales, formales y espaciales que están redefiniendo el país.

En los últimos años, especialmente a partir del 2000, China se convirtió en el terreno de pruebas arquitectónicas del mundo; edificaciones proyectadas por reconocidos arquitectos han abarrotado sus ciudades transformando el paisaje urbano. China puede decir que cuenta con construcciones desarrolladas por varios ganadores del premio Pritzker (Nobel de la arquitectura) como: Herzog y De Meuron, Rem Koolhas, Norman Foster y Zaha Hadid, entre otros.

Sin embargo, lo que en un principio fue reconocido como una situación positiva: un ambicioso e innovador proyecto de diseño urbano, hoy levanta serias dudas y reflexiones.

En el periódico China Daily, Liu Yuje recopila la opinión de diversos arquitectos y académicos del país sobre diseño urbano. Para ellos, si bien China se ha convertido en el escenario para la arquitectura de vanguardia, gracias a su situación económica y el proyecto de construcción urbana, cuestionan el papel que los arquitectos de primera clase han jugado en ello. Creen que han sacado ventaja de la situación para edificaciones que en sus países jamás serían aceptadas, ni aprobarían por los estrictos planes urbanos, la planificación sustentable y los ajustados presupuestos. Declaran que “si el Pritzker es otorgado a los arquitectos que construyen demostrando la durabilidad, la utilidad y la belleza, es lamentable señalar que muchas de las edificaciones en China carecen de estos principios”.

Sin embargo, el discurso teórico y la producción proyectual de los arquitectos chinos en los últimos años nos habla de una nueva generación que busca una identidad contemporánea centrando sus miradas en la fusión de la tradición china con los nuevos motores de las sociedades globalizadas. Durante los cinco últimos años se ha producido una auténtica revolución en el panorama artístico en China, con la emergencia de diseñadores independientes y nuevas posturas arquitectónicas ayudadas directa o indirectamente por la influencia de equipos extranjeros. Tales hechos han establecido las bases de una modernidad autóctona, que trata de reivindicar su propio ser al tiempo que escapa a la tentación de las estéticas neoregionalistas vividas en la arquitectura monumental de épocas pasadas. Enfrentados a la repentina apertura cultural y al imparable proceso de internacionalización, estos arquitectos cuentan al mismo tiempo con una inmejorable oportunidad de desarrollo profesional y con una nueva y curtida competencia. El no siempre fácil equilibrio entre modernidad y tradición sigue siendo el objeto primordial de su trabajo y la clave del éxito que su propio entorno les reconoce.

Actualmente los arquitectos chinos buscan una verdadera estética China, dejar de importar obras extranjeras y encontrar en su tradición y raíces una mejor y adecuada arquitectura de la que los invade hoy en día.

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