Un laberinto, un aljibe, un estanque de agua y una glorieta. Magnolias, acacias, aromos y ligustrinas. Caminos que conducen a misteriosos rincones. La obra maestra de un artista plástico, arquitecto y paisajista.
La calle de tierra que recorre Santa Coloma -un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, camino a San Antonio de Areco- desemboca en una vieja casona de ladrillos, con grandes ventanales, puertas de vidrio, y una inmensa Ampelopsis que abraza sus paredes. Sin embargo, detrás de la fachada del típico rancho de campo se esconde uno de los jardines más originales de nuestro país. Lleva la inigualable impronta del artista plástico Luís Benedit, quien convirtió una olvidada carnicería de pueblo en su taller y lugar de descanso predilecto.
Todos los fines de semana, durante más de veinte años, "Tatato" Benedit trabajó afanosamente esa hectárea casi virgen. Además de las obras que creaba puertas adentro, Benedit encontró en el paisajismo otra gran pasión. Así diseñó, entre magnolias, acacias, aromos y ligustrinas prolijamente podadas, caminos que se bifurcan y conducen a distintos y misteriosos rincones del jardín: un laberinto, un aljibe, un estanque de agua y una glorieta para ver el atardecer de un campo sembrado de maíz.
Según Pedro, uno de sus hijos, cuando Benedit compró la casa, se enamoró del jardín. "En su cabeza ya estaba planeado cómo aprovechar todo el terreno. De joven había estudiado paisajismo en Roma, así que sólo le faltaba un lugar para jugar con el diseño", agrega.
"De a poco se animó a incorporar el agua, los caminos, los jardines árabes. El parque no es grande, pero él logró sumarle recovecos", cuenta su hija Rosa, quien describe a su padre como una persona muy detallista: dice que incluso cuando compró sus perros tuvo en cuenta que combinaran con los sillones del living.
Para Juana, su hija mayor, su padre se inspiró en sus viajes a Marruecos para diseñar el parque. Sin contraponerse, su hermano Julián añade que el jardín tiene mucho de Gaudí y del arte catalán. "Eso se puede ver en los bancos y las piletas".
Cada planta, cada detalle, cada recoveco evoca en los distintos miembros de la familia frases, recuerdos e imágenes del gran artista, pero todos coinciden en que la magia del lugar reside en la diversidad de sus paisajes.
Fuente: