El estudio de arquitectura escandinavo C.F. Møller and Dinell Johansson y la consultora Tyréns han colaborado para proponer la construcción del rascacielos más grande del mundo en su tipo. En este caso conviene subrayar lo de tipo porque con sus 34 pisos no lo sería realmente tanto -ni siquiera estaría entre los grandes de verdad-, salvo que nos fijemos en el detalle de los materiales: estaría hecho de madera, y ahí sí que gana porque superaría los 25 de la Torre Murray Grove (Londres).
El arquitecto sueco de la firma, Ola Jonsson, explica que el sector de la construcción arroja un 30 o 40% del CO2 mundial, porcentaje que disminuiría notablemente si se usara más la madera en vez del acero. No sólo por el ahorro en el proceso de obtención del acero (que, recordemos, es una aleación) sino porque los costes de transporte también serían menores.
Sorprendentemente, también asegura que la madera, debidamente tratada, también resulta más resistente al fuego que el acero, que termina fundiéndose y produciendo así el colapso de la edificación.
El proyecto de Møller y Johansson forma parte de un concurso, al parecer con sólo tres candidatos, promovido por HSB Stockholm para celebrar su centenario en 2023 con la inauguración del edificio. Para ello, buscaba ideas que permitieran edificar con más facilidad, a menor coste y con mayor sostenibilidad ambiental en Estocolmo (Suecia), donde hay una larga tradición de construir en madera.
El rascacielos sueco tendría bajos comerciales para cafetería, guardería y gimnasio, así como una zona ajardinada con huerta para los vecinos que haría las veces de patio de la comunidad. Un elemento ecológico más que refuerza el hecho de que, en el interior, cada apartamento tendrá suministro eléctrico gracias a sus propios paneles solares individualizados, que captarían perfectamente los rayos solares porque la fachada sería íntegramente de cristal, salvo la estructura.
Ésta y los tabiques estarían fabricados con madera laminada, pues ésta es la modalidad que permite dotar de gran altura a ese tipo de edificios gigantes. De hecho, levantar torres de madera se está convirtiendo en una tendencia cada vez más difundida por varias razones.
En primer lugar, las prácticas: es un material que funciona muy bien como aislante térmico y acústico. También es, como decíamos antes, muchos más barato y manejable, no deja residuos y conserva el dióxido de carbono que habían acumulado los árboles.
Y ahí pasamos a los factores ecológicos. A botepronto se puede pensar que un rascacielos de madera sería una sangría para las masas forestales, pero no es así: si el bosque se gestiona de forma adecuada, bajo estricto control, su explotación resultará plenamente sostenible. Por eso cabe esperar que en un tiempo se generalicen los grandes edificios de madera.
Fuentes:
Dezeen Magazine