El Palacio Fernández Anchorena es un lujoso palacio de comienzos del siglo XX y una de las pocas residencias de la clase alta porteña que todavía se conserva en la Avenida Alvear. Actualmente, pertenece a la Santa Sede y funciona como sede de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires.

El Palacio fue obra del arquitecto Le Monnier, francés de formación en la Academia de Bellas Artes de París, pero que mostró acercamiento a los nuevos estilos de comienzos del siglo XX, como el art nouveau, reflejándose en la libertad y plasticidad de muchas de sus obras, aunque siguieran los cánones academicistas.

La fachada, siguiendo las normas de la composición clásica, posee basamento, desarrollo y remate con una singular cúpula que jerarquiza la entrada principal. También sigue los conceptos de simetría de la arquitectura clásica.

En cuanto a la cúpula y la entrada, se adoptaron modelos de la tradición francesa del siglo XVIII, donde se compuso un edificio de admirables proporciones, refinada plasticidad y excelentes calidades espaciales, que demuestra como pocos la íntima relación que existió entre el art nouveau y el revival Luis XV, basada en el común empleo de la línea curva, la ornamentación vegetal y el sutil engarce de superficies y espacios. Esto se nota desde el juego cóncavo-convexo de la cour d´honneur, en el exterior, hasta el tratamiento de los logrados interiores, en especial el estupendo hall central.

Alrededor de este espacio, probablemente el mejor foyer de la arquitectura argentina de la época, se organiza todo el edificio. De planta elíptica, rodeado de columnas, con una escalera de honor de impostura modernista y coronado por una original cúpula rebajada provista de luz cenital, ofrece un juego espacial y lumínico magistral que demuestra la capacidad de Le Monnier para conmocionar al espectador a través de un sabio y rejuvenecido manejo de los elementos esenciales de la buena arquitectura y del repertorio clásico.