Juan Cavallero: «Lo más importante es el hacer»

Juan cavalleroEl multifacético y renombrado artista nos abrió las puertas de su casa-taller. Hablamos de tendencias y diseño. De cine, literatura y fotografía. De los ingredientes que contiene la vida misma. En pocas palabras, una cálida charla con uno de los referentes de la cultura argentina.

Una de las mayores satisfacciones que la profesión le deparó a este periodista, es la posibilidad de conocer a personalidades del ámbito de la cultura que en cada entrevista dejan una enseñanza, un sabor a tiempo que merece ser guardado.
Juan Cavallero integra esa lista imaginaria en un lugar de privilegio. Un buen café y la presencia cercana de su perro Boris, preparan el clima para comenzar el diálogo.
– Hace un tiempo leí una frase suya que dice que «el diseño de autor evita la copia». Quisiera desmenuzar más ese concepto…
– El diseño de autor es un término relativamente nuevo que se acuñó a través de la necesidad de las empresas de valorizar el diseño, de que el producto teng


a un valor agreg


ado. Entonces ocurre que a productos similares, el diseño de autor crea una marca a ese diseño que lo identifica tanto con la empresa como con el creador. Si nos remontamos en la historia esto empieza con Leonardo Da Vinci, aparece con la autenticidad de los cuadros de Manet, Monet ó Toulouse-Lautrec. Una persona dice tener un cuadro de estos autores. Pues bien, vamos a autentificarlo y allí si podemos decir que es un «cuadro de autor». Cuando este tema entra en la industria es mucho más fácil de verificar porque aquí el derecho de autor está implícito en un producto que se reproduce infinitamente. En los últimos tiempos el diseñador se transformó en marca como Faena o Churba en Argentina y Starck en Francia.
En ese mismo sentido, ¿Cómo se fue dando la interrelación de actividades que llevaron a realizar no sólo el diseño de productos sino también la imagen?
Mirada al cielo– Se fue dando naturalmente por la necesidad o por el trauma que tengo por la excelencia. Necesito transmitir el diseño primero en el producto, luego transmitir ese espiritu con la fotografía del mismo y después por medio de una impresión o un folleto de ese producto. Trabajé muchos años en compañías discográficas, con Rasti y luego en otras empresas emblemáticas de aquel momento; allí observé que los fotógrafos de entonces tenían la característica -por la tecnología que usaban- de lograr fotos muy bien iluminadas pero a las cuales le faltaba el clima que yo encontré en las películas de Godard. El pasaba de una cara iluminada a un negro intenso en la pared, volvía a un paisaje exterior, seguía a una mesa con una taza iluminada con sombras y medios tonos. Eso me hizo pensar que había algo más. Investigué y claro que había algo más, era el trabajo puesto en esa fotografía que era mucho más que poner luz a pleno sobre el producto lo cual hacía que se lo viera perfecto pero sin clima. Esa búsqueda hizo que me convirtiera en fotógrafo, uno de los oficios que adquirí por necesidad. Otro de los oficios que adquirí es el de escribir, que me sirvió mucho para hacer cuentos para chicos. Creo que la necesidad obliga a uno a hacer cosas impensadas en otro momento. Cuando estaba en París y necesitaba ganarme el franco me puse a escribir cuentos para chicos que se publicaron en varios países de Europa y más tarde seguí adelante pero ya escribiendo poesías.
– ¿Y con respecto a la comunicación?
– Me resultó fácil razonar a quien iba el producto que la empresa había fabricado. Ahí se agregaban nichos de mercado donde tenían un gusto determinado y la comunicación era muy específica. Por suerte en ese momento empezaban a existir las revistas especializadas. Cuando estuve viviendo en Europa me di cuenta que había revistas para diseñadores, revistas para arquitectos, revistas para artistas y todas esas artes estaban relacionadas entre si. No por ser «no comercial» no eran aplicables a «lo comercial». En ese momento me di cuenta que cuanto uno más adquiere conocimiento del mundo que lo rodea, más se e

n




riquece

el producto que va a hacer o enriquece la poesía o enriquece el cuento.
¿Cómo llega a trabajar con FV y Ferrum?
– Empecé con ellos modificando un stand que habían hecho en La Rural en el año 1972/73. En ese momento, un amigo había arreglado una entrevista para ver si podía hacerles el diseño gráfico. Así comencé haciendo la folletería y dirigiendo a los fotógrafos para crear una imagen sobria y minimalista en la cual la fotografía era un elemento fundamental para la transmisión del mensaje, ya que los textos de los avisos raramente se leen y la imagen fotográfica es el verdadero mensaje. Entonces comencé a trabajar con Francisco Viegener que era uno de los fundadores de FV, quién empezó a tomar confianza en mis propuestas respecto a cuidar la imagen que fui implementando. También hice una carpeta normalizadora del logotipo, para que estuviera todo absolutamente estructurado y ordenado como las grandes compañías. Más adelante me preguntaron si yo podía hacer cine para los primeros documentales y lo hice. Diez años después me preguntaron si yo me animaba a hacer diseño industrial, y yo dije: «probemos a ver que sale…». El primer accesorio que diseñé para FV de la línea 42 tuvo  un éxito moderado y una buena recepción tras lo cual comencé a trabajar también la imagen del diseño industrial.
– Con Ferrum ¿la relación nació de la misma manera?
– Sí, pude plasmar la idea de la cual hablamos sobre el diseño como valor agregado al producto. Propuse que la importancia de tener diseño en los productos aunque estos no se vendieran, porque el diseño posicionaba a la empresa en el mercado como una de vanguardia y de diseño, y que después vendría todo el tema de la venta cotidiana. La imagen fundamental que habia que dar se plasmaba en la presentación anual o cada 2 años de productos nuevos de diseño argentino. Alli nacen los vernisages de nuevos productos de FV y FERRUM en mi showroom en Las Cañitas.
– Todo el trabajo del cual hablamos posicionó a estas empresas en un lugar privilegiado. En el país está instalada ya esa cultura o aún estamos lejos de eso?

– Estoy tratando de dar un mensaje al empresariado argentino que expreso también en las charlas que dí en Arquitectura de la Universidad de Palermo que es: no existe un diseñador que pueda diseñar si no hay un empresario inteligente y culto, que apruebe lo diseñado. Si Picasso presentara un cuadroa un empresario desprevenido o inculto

diria por ejemplo: «que es esto, una mujer con un solo ojo…» se pierde Picasso. Con el diseño industrial pasa lo mismo. Si en FV o Ferrum no hubiesen aceptado el minimalismo, este no existiría en Argentina. De manera que nosotros fuimos unos de los pioneros en la materia.
En otro orden de cosas Juan, quiero preguntarle como es trabajar en el mismo lugar en el que se vive…
– No podría hacer otra cosa. Seguro que esto viene de los genes porque yo nací en el lugar en el que mis padres trabajaban. De cualquier forma para un pintor o para un diseñador no hay horas libres, el hogar es el que uno hace y la casa-taller es tan mía que no podría irme a un departamento impersonal.
– La decoración de su casa tiene el sello de Juan Cavallero y dentro de ella quiero preguntarle por esta gran mesa…
– Este tablón que debe tener aproximadamente 1 x 3,40 metros, era el tablón de un amigo escultor -Jorge Michel- que tenía tres o cuatro tablones como este. Acá arriba comimos asado durante muchos años y tiene una historia de muchas reuniones con amigos. Me lo regaló Josefina Robirosa, lo pulí e hice este tablón al cual amo mucho ya que me trae gratos recuerdos.
– Es muy grande, eso significa que viene mucha gente a compartir su mesa?
– A veces si. AntH25es cocinaba mucho pero me cansé y prefiero ir a comer afuera. Sucede también que trabajo mucho y como me gusta lo que hago a veces me privo de la compañía de mis amigos o el «montón» de ellos como era antes con aquellas guitarreadas y empanadas que aún algunos siguen haciendo.
– Antes de despedirnos quiero preguntarle si hay «otro» Juan Cavallero…
– Yo no lo conozco y la gente amiga -diseñadores o escultores- siempre me dicen que no entienden como puedo hacer tantas cosas. Lo que no se es si eso es una virtud o un defecto, todavía no lo descubrí. Pienso eso porque se supone que quien se dedica a pintar, con la experiencia y la práctica adquiere una excelencia en lo que hace. Yo no sé si tengo esa excelencia en todo lo que hago, eso lo dirá…alguien. Mientras tanto hago y para mi lo más importante es el hacer. Siempre digo que uno es lo que hace y yo soy esto, soy esta casa,

estas pinturas, estas esculturas y todo lo que hago.