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La elección del gres como único material de revestimiento, declinado según tantas vetas inspiradas en la madera y en las piedras, da una precisa unidad al proyecto de las termas de St. Martins, en Austria, realizado por el estudio Holzbauer und Partner.

El centro termal St. Martins es un proyecto que se integra en la naturaleza que le rodea, el Parque Natural Seewinkel, en la región austriaca del Burgenland, haciendo de su estructura, que se abre al paisaje, el homenaje más intenso al elemento territorial.

En el interior de uno de los muchisimos pantanos termales de la zona, caracterizado por matices cromáticos sensacionales y por una gran variedad de plantas y animales raros, se ha construido, sobre una franja de terreno situada en el centro de un lago, el proyecto del estudio Holzbauer and Partner: concebido como una espiral a partir de un núcleo, constituido por la piscina, centro mismo de las actividades que se desarrollan alrededor, este se amplía abrazando el paisaje, que entra así a formar parte del proyecto.

Su doble destino como termas y como centro fitness, asociado comúnmente a nuestros tiempos según la moda del cuidado simultaneo del cuerpo y del espíritu, está bien distribuido a partir de esta espiral o caracola amplia, que se asocia con inmediatez al mundo natural, terráqueo, arcaico, y que se revela ser una forma funcional para la distribución atenta de los diversos ambientes y de las distintas actividades que se organizan en el centro.

Comenzando por la gran piscina completamente acristalada y caracterizada por una pavimentación de gres homogéneo, que retoma los colores antiguos de la piedra, se reparten las 150 habitaciones del hotel, un Spa separado, una sauna y un restaurante con zonas de espera: la planta en espiral permite a todas las áreas disfrutar de las vistas del paisaje.

Desde la piscina termal de agua caliente natural comienza el recorrido del bienestar: la idea de guiar a los a huéspedes del centro por una experiencia fuertemente inspirada en las virtudes de la tierra, está representada metafóricamente por un recorrido pavimentado con material cerámico, resistente y expresivo, que ha suministrado completamente la empresa italiana Ariostea. La continuidad entre territorio externo y ambiente interno está indicada tanto por la composición de la gran cristalera circular expuesta al sur, como por la elección de un único suelo, la Pietra di Merano, en el que la resistencia del material se conjuga con la preciosidad del matiz lapideo.

La continuidad visual suscita en el usuario la idea del manto arenoso, introduciéndole en una atmosfera de relax y de cura espiritual.

El camino prosigue marcado por el ligero cambio de veta del Basalto Grigio que marca la entrada en el espacio del restaurante, caracterizado en cambio por el Rovere Antico, de una colección de las maderas high-tech de Ariostea. Aquí el contraste matérico, que se interpreta en un encaje de tonos fríos y de tonos cálidos de la naturaleza, señala una de las metas más altas de la tecnología de la elaboración cerámica, que ha transformado la materia misma, el gres, al servicio de la arquitectura, en dos materiales diferentes, la madera y la piedra.

Continua la elección de los tonos oscuros, introspectivos, también en las zonas del spa, donde el mosaico de la Pietra di Merano se alterna con el revestimiento de Black Ardesia. Más delicada y luminosa la Pietra di Borgogna para revestimiento de las zonas de transito, que junto al detalle decorativo de las esteras, hace que destaquen los claroscuros del suelo de Pietra Piasentina. Los colores de la tierra acompañan a los espectadores hasta una habitación, donde la Pietra di Merano sirve de fondo a las refinados adornos y a la bañera de hidromasaje.

Sobre el edificio, donde el cuerpo del hotel parece apartarse de las termas, se han realizado amplias terrazas con un puesto de observación astronómica: el camino, que comienza en el agua y prosigue por la tierra firme, parece querer conducirnos hasta las estrellas.