Por Santiago Peña Fiorda, arquitecto, Co-Founder & Creative Director de Experiencia DOGMA, primer estudio de arquitectura y urbanismo media-driven con metodología research-driven de Argentina.
La arquitectura que viene deja atrás la idea de “casa linda” para instalar un concepto más profundo: hogares diseñados a partir de la vida real de las personas. Cómo nos movemos, qué hacemos cuando llegamos, dónde trabajamos, cómo descansamos y hasta cómo nos vinculamos en la cocina. La vivienda entre 2025 y 2027 ya no se concibe como un refugio, sino como un ecosistema que debe acompañar nuevas rutinas, demandas y estilos de vida.
Hoy diseñar ya no empieza con un plano, sino con entender cómo vive la persona. La arquitectura se apoya en herramientas que provienen del diseño de experiencia —como mapas de rutinas, fricciones y deseos cotidianos— para traducir la vida diaria en decisiones espaciales más inteligentes.
A partir de este nuevo paradigma, surgen las tendencias clave que marcarán la vivienda en los próximos años:
- Diseño emocional: casas que se construyen desde adentro hacia afuera. La funcionalidad ya no se mide solo en metros cuadrados: cada rincón debe responder a un gesto cotidiano. Espacios para dejar llaves al ingreso, áreas de transición más confortables y circulación fluida entre ambientes forman parte de esta ola que busca reducir fricciones y sumar bienestar.
- El ingreso como protagonista. El hall de entrada deja de ser un espacio de paso para transformarse en un pequeño “ritual” de llegada. Luz natural, texturas cálidas, vegetación y elementos sensoriales marcan el tono de toda la vivienda. Lo que sucede en esos primeros segundos condiciona la percepción completa del hogar.
- Cocinas diseñadas para la vida social. La cocina se consolida como el corazón emocional de la casa. Más allá de lo técnico, se diseña para momentos reales: desayunos rápidos, reuniones espontáneas, charlas de fin de día. Islas versátiles, barras, coffee stations y una iluminación cuidada redefinen la experiencia cotidiana.
- Ambientes integrados… o no: personalización absoluta. La tendencia deja atrás las recetas únicas. Integrar cocina, comedor y escritorio es práctico para algunos, pero no para todos. Hoy la decisión se toma según el estilo de vida: privacidad, sonido, teletrabajo, presencia de niños o hábitos de ocio. La arquitectura se vuelve a la medida.
- Materiales nobles y lujo silencioso. La estética del “más es más” quedó atrás. Lo que viene: madera real, piedra, lino, luces cálidas y texturas orgánicas que transmiten calma. El lujo silencioso —elegante, funcional, sin estridencias— gana terreno, priorizando calidad y durabilidad por sobre el impacto visual inmediato.
- Ideas que ordenan: el concepto como hilo conductor. La coherencia se vuelve un valor. Proyectos donde cada ambiente responde a una narrativa clara: un concepto que define colores, materiales, alturas y circulaciones. Esa solidez conceptual es la que diferencia a una vivienda y la vuelve perdurable en el tiempo.
- Galerías y balcones como extensión natural del living. Los límites entre interior y exterior se difuminan: balcones amplios, barandas de vidrio, aberturas de piso a techo y materiales de bajo mantenimiento —como decks sintéticos— impulsan espacios que funcionan como un segundo living al aire libre.
- Vegetación autóctona: volver a integrar la casa al ecosistema. Más que sumar verde, la nueva arquitectura busca reconectar con la naturaleza del lugar donde se implanta. La tendencia pone el foco en el uso de vegetación autóctona, seleccionada estratégicamente para retroalimentar el ecosistema local. Plantas y flores elegidas para favorecer la polinización permiten que la flora y la fauna propias de cada región vuelvan a estar presentes, recuperando equilibrios perdidos.
La arquitectura contemporánea no se guía por modas fugaces, sino por una mirada profunda sobre cómo vivimos. Cada decisión —desde la ubicación de una ventana hasta la elección de un revestimiento— busca mejorar la experiencia diaria, porque cuando un proyecto parte de una estrategia clara, se vuelve una respuesta concreta a una forma de vida.






