Un breve recorrido por las calles de la ciudad tecnológica: la iniciativa política y cultural, como una inyección de autoestima al “orgullo nacional”, divulgación científica, entretenimiento, arte, música, colores, innovación en todos los ámbitos. Lo que nos dejó la visita a Tecnópolis.
Simuladores de vuelo, naves espaciales, dinosaurios que se mueven, heladeras colgando del techo, un rompe-hielo en acción, acrobacias, hologramas, tormentas artificiales. Arte, luces y colores. Un vagón de tren como obra artística. Música en vivo. Y hasta una escuelita de skate. Una inyección de autoestima al “orgullo nacional”. Divulgación científica de la mano de la propaganda política. Concientización y revalorización de las capacidades productivas, tecnológicas, económicas y culturales de una sociedad. Slogans que promueven la unión de un país, de una región quizá, de una sociedad, heterogénea, como la población que se encuentra recorriendo las calles de la muestra. ¿Manipulación de las masas? Sí, a través de la inclusión de más niños a la escuela. ¿Atracción de grupos de interés? Sí. Promoviendo la ciencia y técnica creada por increíbles mentes argentinas. ¿Beneficios para algunos sectores? Sí, favoreciendo las pequeñas empresas y la producción. Memoria, justicia, derechos humanos. Educación. Inclusión. Oportunidades. Programas de básquet para ciegos. Educación vial para padres y niños. Vacunación. Cuidado ambiental. Tecnología aplicada al desarrollo sustentable. A cuidar nuestros recursos. Una fiesta de energía, música, luces, colores, magia, sorpresas. Entretenimiento educativo. Propaganda, sí, mucha, pero… nociva? Persiguiendo un interés político, sí, pero a través de beneficios esenciales para nuestra sociedad. Más allá del fanatismo partidario, de la concepciones teóricas, políticas, ideológicas, nunca sobra una dosis de autoestima, nunca pueden ser nocivas las palabras “inclusión”, “unión”, “fuimos y somos capaces”, “orgullo nacional”. Nunca puede hacer realmente daño un día de entretenimiento gratuito, donde los que pueden caminan por las mismas calles que los que no. Donde los que tienen y los que no comparten el mismo escenario. No es sólo una fiesta para los ojos. Quizá sea la política que precisamos. Más importante que el porcentaje de votos es lo que se hace para llegar ahí. Quiénes se benefician en el camino. Quiénes acceden a más oportunidades. Si el partido de turno gana o no, no debería preocuparnos tanto, si antes de que eso suceda miles de niños más están estudiando, porque hoy tienen un presente, y mejoran su calidad de vida, sus posibilidades, construyen un nuevo futuro, hoy. Y los jubilados tienen un mejor presente. Parecería ser una de las mejores versiones de propaganda peronista, coherente con su slogan “El mañana es hoy”.