París se ha convertido en un ejemplo paradigmático sobre cómo una ciudad superpoblada y colapsada por los autos particulares puede ordenar el tránsito y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos con el desarrollo de un sistema integral de transporte colectivo.
En su visita por Buenos Aires, donde participó de una jornada de reflexión sobre la gobernabilidad metropolitana organizada por el Gobierno de la Ciudad y el Instituto Ciudad en Movimiento, el alcalde adjunto de la capital francesa, Pierre Mansat, contó que esa movilidad sustentable se logró gracias al esfuerzo de la dirigencia política y la voluntad de los mismos ciudadanos.
“La exigencia de la movilidad y las necesidades de transporte son cada vez mayores en la ciudad moderna. La movilidad sustentable toma en cuenta esto, junto con los ahorros necesarios en materia de energía, de producción de gases invernaderos y de la polución, que son extremadamente nocivos para los ciudadanos”, remarcó.
En ese sentido, destacó el Metrobus llevado a cabo por la gestión del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. “Es un buen sistema. En París, no lo tenemos, pero conozco otras ciudades, como Estambul, que han desarrollado un sistema de Metrobus que ha sido eficaz y han puesto en valor el transporte colectivo”, evaluó.
Con respecto a la red de subterráneos, el funcionario parisino explicó que su ciudad enfrentó un desafío similar: “Teníamos el mismo problema. El sistema del metro estaba organizado de una manera radial, por lo que se debió trabajar en líneas transversales”.
-Dado el ejemplo de la ciudad de París, ¿cómo se puede desalentar el uso de los vehículos particulares y, en contrapartida, incentivar la utilización de medios de transportes más ecológicos?
-La ciudad de París ha tenido una política fuertemente voluntarista para reconquistar el espacio público, porque en los siglos XIX y XX la ciudad había sido librada por completo a los autos particulares. Por lo tanto, el objetivo fue reconquistar ese espacio público a favor de los peatones y los ciclistas, y restituir una calidad a la ciudad que había perdido con la circulación automotriz. Fue necesaria esa política voluntarista para desarrollar el transporte colectivo, porque había que ofrecer de medios de transporte que fueran eficaces, eficientes y regulares para generar esa voluntad de limitar el auto, como es el caso del sistema de corredores exclusivo para autobuses y de las bicicletas de uso libre, el vélib, de las que circulan más de 20 mil en París.
-La decisión de dejar el coche y viajar en un transporte público, ¿depende de la voluntad particular de cada ciudadano o de las políticas públicas que llevan a cabo los gobiernos?
-Creo que ambas son necesarias, tanto la voluntad del ciudadano, como la firmeza de las políticas públicas. El encuentro en las aspiraciones de los ciudadanos con las políticas públicas es lo que crea una relación de fuerzas favorable para ejecutar estas medidas. La ciudad de París es un claro ejemplo; ante el éxito, el alcalde fue re
elegido en 2008 y los ciudadanos aprobaron su gestión en materia de movilidad.
-¿Qué pueden aprender el resto de las ciudades del modelo de París?
-La mayoría de las grandes ciudades enfrentan los mismos problemas: cómo privilegiar el transporte colectivo, cómo lograr la integración regional y cómo tomar decisiones que mejoren la calidad de la movilidad urbana. En ese sentido, está Buenos Aires, que desarrolló un sistema para incentivar el uso de las bicicletas que está teniendo éxito. Ese tipo de voluntad política es perfectamente aplicable en cualquier ciudad del mundo.
-¿Qué sucede cuando no existe esa voluntad política o cuando hay problemas de presupuesto?
-La voluntad política es fundamental, pero es cierto que tiene que estar acompañada de los medios presupuestarios. La movilidad requiere que haya decisiones políticas que le asignen un buen presupuesto local.
-¿En qué consiste el proyecto Paris Métropole, en el que está trabajando desde la Alcaldía de París?
-Consiste en el esfuerzo gubernamental por integrar la ciudad y los suburbios. Hasta 2001, no había acuerdo, entendimiento ni diálogo entre la capital y los distritos de sus alrededores. Paris Métropole es el proyecto que permite a cada comuna, sea cual sea su color político, de izquierda o de derecha, sea partícipe de una asamblea en la que todos discuten los problemas de movilidad, de desplazamiento, de desarrollo económico o de recursos financieros de todas las comunas.
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