Y el tiempo se detuvo en Sepúlveda Para cualquier amante del turismo patrimonial, España es un tesoro difícil de igualar. Raro es el municipio que no disponga de una iglesia centenaria o de castillo o palacete igualmente relevante. Sin embargo, todavía es posible sorprenderse con rincones como esta casa palacio de Sepúlveda (Segovia), que permanece prácticamente inalterable desde el s. XVI.
La historia recuerda el s. XVI como uno de los más prósperos para España, ya que durante esos cien años coincidieron factores de tanta importancia como el descubrimiento y colonización de América y la articulación de un gran mercado nacional dentro de otro europeo controlado por los reyes de la Casa de Habsburgo. Para entonces, Sepúlveda era ya una villa muy bien vista por los monarcas españoles, que apreciaban de ella su lealtad y su estricto cumplimiento de la voluntad real. En algunos casos, sus precedieron a las que se aplicarían en el resto del país, como la expulsión de los judíos en 1468 (en el conjunto de España se aprobaría en 1492).
Poco después, Sepúlveda alcanzaría una gran notoriedad al resistir hasta en dos ocasiones los envites de Enrique IV, pretendiente al trono de Castilla que se oponía a Isabel La Católica. Tal lealtad, compartida en mayor o menor medida por toda la región, estaría detrás de la convocatoria de Cortes en el año 1474 en Segovia. Con todo, la veracidad de este episodio no está del todo justificada historiográficamente, al contrario que las Cortes de 1532 convocadas ya por Carlos I. Sea como sea, la localidad segoviana vio cómo se multiplicaban las casas señoriales durante todo el siglo, caracterizándose en su gran mayoría por una estricta aplicación del más puro estilo castellano.
El presente palacio en venta combina sin embargo dos patrones constructivos bastante dispares entre sí como el gótico tardío y el mudéjar (poco frecuente por estas latitudes). La superficie construida alcanza los 1.600 metros cuadrados, estando calificada como parcela urbana, con todas las posibilidades que ello brinda de cara a su explotación comercial. Y es que, al igual que otras casas señoriales, este palacete está especialmente acondicionado para albergar negocios relacionados con la hostelería, pudiendo acoger a unas cuatrocientas personas en sus amplias estancias.
Fuente: Lançois Doval
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