La tendencia de mezclar espacios antiguos, e incluso con un aire ajado, con objetos totalmente nuevos, es una práctica ya común, y de hecho, ya tiene nombre, el Estilo Dirty Chic. Espacios acogedores que nos recuerdan algo en lo profundo de nuestra memoria, objetos desgastados por el tiempo que nos resultan familiares, e incluso estampados decorativos que nos trasladan a tiempos remotos.
El estilo Dirty Chic es una fuente de creatividad para la decoración, y es conocido por sacar lo mejor de lo peor, metafóricamente hablando. Puede provocar muchas sensaciones: hay quienes retornan a su niñez y a tiempos añorados a través de los objetos, y hay quienes lo detestan.
Paredes que dejan ver las distintas capas de pintura durante sus años de vida, antiguos baúles de metal oxidado que parece que realmente guardan tesoros, muebles de madera astillada que reflejan cada golpe recibido por su uso diario, e incluso el sillón antiguo de cuero pelado, que probablemente alguien adoraba en el pasado, son algunos objetos que podemos encontrar en este estilo.
La magia de esta decoración, algo que solo el Dirty Chic puede ofrecer, es la fusión entre el pasado y el presente, que hace que lo nuevo parezca brillante, y que lo antiguo y desgastado se convierta en acogedor y en familiar.
Además de inspiración, la decoración Dirty Chic hace que podamos contribuir al medio ambiente reusando antigüedades para nuestra nueva decoración.
Pero lo que más interesante de este estilo, es que está abierto a todas las posibilidades, ya que permite dar pequeños toques Dirty Chic a una casa, por ejemplo, utilizando viejos objetos de alguna tienda de antigüedades, hasta marcar extremadamente el estilo dejando ver los ladrillos de las paredes a través de las capas de pintura rasgadas.
Sin duda este joven estilo puede aportar mucho a los que optan por el reciclado, por lo económico, por lo retro, y a los que buscan que su espacio habitable sea cálido, acogedor, familiar.
Fuente: