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Ubicada en un barrio privado de Garín, a 40 km al norte de la Ciudad de Buenos Aires, se construyó una casa de 300 m2 con madera, con el objetivo de reducir la demanda energética y el impacto ambiental.

Se utilizó el sistema tradicional de bastidores o “platform frame”. El método constructivo está tomando importancia en el país, no sólo por la probada trayectoria que tiene en los países desarrollados para la construcción de la mayoría de sus viviendas, sino también por la  concientización y el cuidado del medio ambiente.

Se buscó generar diferentes alturas, combinar sutilmente techos inclinados y planos, con distintas alturas y grandes ventanales hacia el jardín posterior, especialmente en el área del estar-comedor y playroom.

El techo fue otro requerimiento ineludible: debía ser el gran protagonista, comenzando desde el imponente hall de doble altura para luego atravesar la casa culminando en la cubierta de la suite principal. Para darle mayor trascendencia, se lo extendió por sobre los dos cuerpos laterales integrando todos los elementos compositivos. De este modo, ese plano inclinado define estos dos volúmenes laterales prismáticos correspondientes a los dormitorios secundarios, ambos poseen una cubierta con una mínima pendiente para el escurrimiento natural del agua, pero que se esconde tras el muro de perimetral con el fin de ocultar la inclinación de los techos y de esta manera generar una fachada de volúmenes rectos

En la amplia galería semicubierta sobre la fachada del contrafrente la cubierta se resolvió con placas de policarbonato translucido combinado con un entramado abierto de listones de pino a modo de cielorraso suspendido que tamizan la luz y permiten el resguardo de la intemperie.

La casa demuestra las grandes ventajas que ofrece el sistema de bastidores, que a partir de una tecnología sencilla y probada, permite la resolución de espacios y programas de la más variada complejidad. La versatilidad del material, su flexibilidad y adaptabilidad responden a todos los requerimientos constructivos y de diseño.

Por su gran eficiencia energética, se puede decir que el costo real del edificio, esto es, sumando el costo de su construcción al del mantenimiento a lo largo de su vida útil, es entre un 30 o 40 % inferior al de uno de similar tamaño construido con ladrillo y hormigón.

“Los tiempos de ejecución nos permiten tener obras rápidas con la ventaja adicional del ahorro financiero de varios meses de alquiler a la espera de poder ocuparlo. La precisión y previsibilidad del sistema permite lograr presupuestos “llave en mano”, sin variaciones hasta el final de la obra”, explica el arquitecto Octavio Roca, director del estudio de mismo nombre, quien concretó el proyecto.

Fuente: Áreas Digital