La Organización Mundial de la Salud (OMS) redactó las Guías para el ruido urbano. La construcción constituye una de las principales fuentes de ruido ambiental. ¿Quiénes deben asumir los costos asociados a la contaminación sonora? ¿Cuáles son las consecuencias en la salud de la exposición a estos ruidos? ¿Qué políticas deben implementarse desde el Gobierno?

 

 

El ruido como problema ambiental

 

El ruido siempre ha sido un problema ambiental importante para el ser humano. Sin embargo, los problemas de ruido del pasado no se comparan con los de la sociedad moderna. Un gran número de autos transitan regularmente por nuestras ciudades y campos. Los  camiones de carga pesada con motores  diesel sin silenciadores adecuados circulan en ciudades y carreteras día y noche. Los aviones y trenes también contribuyen al ruido ambiental. En la industria, la maquinaria emite altos niveles de ruido y los centros de esparcimiento y juegos perturban la tranquilidad.

En comparación con otros contaminantes, el control del ruido ambiental se ha limitado por la falta de conocimiento de sus efectos sobre los seres humanos, la escasa información sobre la relación dosis-respuesta y la falta de criterios definidos. Si bien se considera que la contaminación acústica es principalmente un problema de «lujo» en los países desarrollados, no se puede pasar por alto que la exposición es a menudo mayor en los países en desarrollo debido a la deficiente planificación y construcción de los edificios.

Los efectos del ruido y sus consecuencias de largo plazo  sobre la salud se están generalizando. Por ello, es esencial tomar acciones para limitar y controlar la exposición al ruido ambiental. Esas acciones deben estar respaldadas por una adecuada evaluación científica de los datos disponibles sobre los efectos del ruido, en particular, la relación dosis-respuesta. Esa relación constituye la base del proceso de evaluación y gestión de riesgos.

 

¿Qué se entiende por “ruido urbano”?

 

El ruido urbano (también denominado ruido ambiental, ruido residencial o ruido doméstico) se define como el ruido emitido por todas las fuentes a excepción de las áreas industriales. Las fuentes principales del ruido urbano son el tránsito automotor, ferroviario y aéreo, la construcción y obras públicas y el vecindario. Las principales fuentes de ruido en interiores son los sistemas de ventilación, máquinas de oficina, artefactos domésticos y vecinos. El ruido característico del vecindario proviene de locales, tales como restaurantes, cafeterías, discotecas, etc.; música en vivo o grabada; competencias deportivas (deportes motorizados), áreas de juegos, estacionamientos y animales domésticos, como el ladrido de los perros.

Muchos países han reglamentado el ruido urbano del tránsito de aviones y autos, maquinaria de construcción y plantas industriales a través de normas de emisión y reglamentos para las propiedades acústicas de los edificios. Pero pocos países tienen reglamentos para el ruido urbano del vecindario, probablemente debido a la falta de métodos para definirlo y medirlo y la dificultad de controlarlo.

En las grandes ciudades de todo el mundo, la población está cada vez más expuesta al ruido urbano debido a las fuentes mencionadas y sus efectos sobre la salud se consideran un problema cada vez más importante.

Los efectos específicos que se deben considerar para establecer guías para el ruido urbano son la interferencia con la comunicación, pérdida de audición, trastorno del sueño, problemas cardiovasculares y psico-fisiológicos, reducción del rendimiento, molestia y efectos sobre el comportamiento social.

 

Manejo del ruido

 

Los objetivos fundamentales del manejo del ruido son desarrollar criterios para deducir los niveles seguros de exposición y promover la evaluación y control del ruido como parte de los programas de salud ambiental. Esas metas básicas deben guiar las políticas internacionales y nacionales para el manejo del ruido.

Los principios del manejo ambiental sobre los cuales se pueden basar las políticas de gobierno, incluidas las políticas de manejo de ruidos, son: el principio de precaución, el principio “el que contamina paga» y el de prevención de ruidos. En todos los casos, el ruido se debe reducir al nivel más bajo posible en una situación dada. Si la salud pública está en riesgo se deben tomar medidas de protección aún si no hubiera evidencia científica completa.

Los responsables de la fuente de ruido deben asumir los costos totales asociados con la contaminación sonora (incluido el monitoreo, manejo, reducción y supervisión). Cuando sea posible, se deben tomar medidas para reducir el ruido en la fuente.

Otros componentes de un plan de manejo de ruidos incluyen el monitoreo de los niveles de ruido, la elaboración de mapas y modelos de exposición al ruido, enfoques para el control del ruido (tales como medidas de mitigación y prevención) y evaluación de las opciones de control.

Muchos de los problemas asociados con los altos niveles de ruido se pueden prevenir con costos bajos si los gobiernos desarrollan e implementan una estrategia integral para ambientes interiores conjuntamente con los interesados en los niveles económicos y sociales. Los gobiernos deben establecer un «Plan nacional para el  ruido sostenible en ambientes interiores» para que se aplique a las edificaciones nuevas y existentes.

 

Análisis de impacto ambiental en etapa proyectual

 

El análisis del impacto del ruido ambiental es fundamental para el manejo  del ruido. Dicho análisis se debe realizar antes de implementar cualquier proyecto que pudiera aumentar significativamente el nivel de ruido ambiental en una comunidad (por lo general, mayor que 5 dB). El análisis debe incluir una descripción básica del ambiente de ruido existente; el nivel esperado de ruido de la nueva fuente; una evaluación de los efectos adversos sobre la salud; una estimación de la población en riesgo; un cálculo de la relación exposición-respuesta; una evaluación de riesgos y su aceptabilidad; y un análisis de costo-beneficio.

 

El manejo de ruidos debe:

 

1. Monitorear la exposición de los seres humanos al ruido.

2. Mitigar la inmisión en ambientes de ruido y no sólo las emisiones de fuentes de ruido. Se debe considerar lo siguiente:

 

– ambientes específicos, tales como escuelas, campos de juegos, viviendas, hospitales.

– ambientes con fuentes múltiples de ruido o que puedan amplificar los efectos del ruido.

– períodos sensibles como las tardes, noches y días feriados.

– grupos de alto riesgo, como los niños y personas con deficiencia auditiva

-considerar las consecuencias del ruido cuando se planifican sistemas de transporte y usos del terreno.

 

4. Introducir sistemas de vigilancia para los efectos adversos sobre la salud relacionados con el ruido.

5. Evaluar la efectividad de las políticas sobre el ruido en la reducción de la exposición y efectos adversos sobre la salud, y en el mejoramiento de ambientes libres de ruido (“soundscapes”).

6. Adoptar estas Guías para el ruido urbano como metas intermediarias para mejorar la salud humana.

7. Adoptar medidas preventivas para el desarrollo sostenible de los ambientes acústicos.

 

 

Fuente:

 

“Guías para el ruido urbano”, de la Organización Mundial de la Salud. *

 

* El objetivo de la OMS al preparar estas guías es consolidar el conocimiento científico sobre las consecuencias del ruido urbano en la salud y orientar a las autoridades y profesionales de salud ambiental que tratan de proteger a la población de los efectos del ruido en ambientes no industriales.

 

 

Para ver el documento completo:

 

http://www.bvsde.ops-oms.org/bvsci/e/fulltext/ruido/ruido2.pdf