Tres años de trabajo y una inversión económica de 30 millones de euros: son los números del World Trade Center de San Marino, una de las obras más recientes del arquitecto londinense Norman Foster, figura destacada del panorama internacional por sus obras de gran contenido innovador.
Especiales e innovadoras han sido las tecnologías utilizadas, cuyas prestaciones han sido combinadas con el uso de materiales de nueva generación, que garantizan un reducido impacto ambiental y una elevada calidad estructural. En particular, ha sido empleado un hormigón que, junto a encofrados de laminas de acero, ha permitido la realización de pilares de poco volumen y de elevada resistencia.
Se trata de una solución inédita, nunca utilizada en Italia hasta ese entonces.
Otros aspectos de relevante particularidad arquitectónica son los parasoles móviles de aluminio, muy del gusto de Foster, capaces de «dosificar» la luz solar en el interior de las unidades inmobiliarias al ir variando la posicion del sol, y la pergola de cubierta del aparcamiento en varios niveles. Esta estructura metalica con cables de acero se encuentra entre las mayores a nivel internacional y, segun la idea de los proyectistas, debera hacer también de anclaje para las plantas trepadoras, creando, asi, una «colina verde» que sustraerá al impacto visual los centenares de automoviles que estarán alojados en el complejo.
Además del prestigio que comporta, ligado también al nombre de la cadena internacional WTC, el inmueble construido en San Marino es, por tanto, un ejemplo de soluciones tecnologicas a la vanguardia y se presenta para convertirse en candidata de la sede de un importante centro de negocios.
Como los demás WTC repartidos por todo el mundo, también el de San Marino refleja, por su organización y por su configuración arquitectónica, la unicidad del área en la que se encuentra situado, y se plantea como elemento estratégico en la promoción del territorio a nivel internacional.